¿PACIFICADOR O AGITADOR?

“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos
los hombres” (Romanos 12:18).

Cuando era joven, me encontré con dos perros que estaban en plena
refriega. Decidí separarlos y me interpuse entre ellos. Lo siguiente
que recuerdo es un dolor punzante en una mano. Quise sacarla de la
reyerta, pero el perro seguía con mi dedo entre las fauces. Por cierto,
la cicatriz que me dejó sigue recordándome esa mediación frustrada.
Mi esposa y yo tenemos cuatro hijos. Cuando Cindy, nuestra hija mayor
era todavía muy pequeña, teníamos una mascota, una perrita caniche
que se llamaba Mimi. Un día, la pequeña Cindy empezó a molestar a
Mimi. La perrita se refugió bajo el sofá, convencida de que allí
encontraría sosiego y tranquilidad.

La niña no se dio por vencida. Se deslizó debajo del mueble y alargó
el brazo justo hasta tocar el hocico del animal. Mimi, que solía ser un
animal tolerante, mordió la mano de mi hija. Al instante escuchamos el
llanto y los gritos de Cindy: “¡Mimi me mordió! ¡Mimi me mordió!”.
Yo sabía por qué Mimi la había mordido, pero como Cindy era mi hija,
Mimi acabó desterrada al sótano.

Un pacificador no crea problemas. Mimi no tenía que haber mordido a
Cindy; pero mi hija tampoco tenía que haber molestado a la perra.
Los pacificadores no buscan los conflictos ni los causan. Hacen todo lo
posible para mantenerse al margen.

Las personas problemáticas son egoístas y solo piensan en sus
intereses. Los pacificadores piensan en el bien de los demás.
Quizá alguien diga: “Pastor O’Ffill, comprendo lo que trata de decirme,
pero usted no me entiende: Los miembros de mi familia siempre andan
causando problemas. He orado a! respecto y me he esforzado sobremanera
para conseguir que la situación mejore. ¿Qué debo hacer?”. El
apóstol Pablo responde: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres” (Rom. 12:18).

La experiencia me ha enseñado que, aunque no soy responsable de lo que
los demás me hagan, sí soy responsable de mis reacciones. A quienes
desean ser pacificadores, Pablo los exhorta: “Perfeccionaos, consolaos,
sed de un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor
estará con vosotros” (2 Cor. 13:11).

Dios te bendiga,

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