LIMPIAME, SEÑOR
Lávame de toda mi maldad.
Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí.
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
La sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de una novilla rociadas sobre personas impuras, las santifican de modo que quedan limpias por fuera. Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente
Pero Dios los salvó, haciendo honor a su nombre, para mostrar su gran poder.
La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad.
Sal. 51:2 Jer.33:8 Ez.36:25 Jn.3:5 Heb.9:13,14 Sal.106:8; 115:1