Con todas tus fuerzas

Y amarás a Jehová tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y

con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5.

 

El problema, para entender correctamente este versículo, es el hecho

de que vivimos en días en que prácticamente se ha vulgarizado la

palabra amor; tal vez, por lo limitado de los idiomas latinos. En estos

idiomas, se “ama” a todo: la comida, al perrito, a la esposa, a Dios, a

la iglesia, la profesión, en fin… No existen varias palabras para

definir o diferenciar el amor por una u otra cosa. Pero, en el griego y

el hebreo, no sucede lo mismo.

 

 

En este versículo, por ejemplo, en el original hebreo la palabra

“amor” es ahab, que refiere a un amor consciente, con propósito; un

amor racional. No es solo un amor sentimental, sino un amor responsable;

un amor que tiene que ser así, no puede ser de otra forma. Es un amor

que existe porque la mente dice que eso es lo correcto, aunque para eso

sea necesario la renuncia, la entrega y el sacrificio.

 

 

Este tipo de amor no es fácil de ser entendido. Desdichadamente, el

amor, como principio, se ha transformado apenas en amor romántico, de

poesía y de música, desprovisto de acciones y hasta de lógica.

Dios espera de su pueblo un amor completo: con la mente, con el

cuerpo, con el ser entero; no un amor dividido ni a medias. Cuando el

ser humano trata de amar a medias, se divide a sí mismo, y eso lo

vuelve infeliz. Para que algo te satisfaga, tienes que hacerlo con tu

ser entero; de otro modo, corres el riesgo de hacerte infeliz,

incompleto y vacío.

 

 

Pero, la voluntad de Dios es más grande, todavía: él espera que un

amor así lleve al ser humano a amar, también, a su prójimo, es decir,

a las otras personas, del mismo modo que ama a Dios.

¿Solo porque es una orden? No: los consejos divinos tienen, como

pro­pósito, hacerte feliz. Es de lamentar que, para entender algo tan

simple, mu­chas veces sea necesario sufrir y llegar a la

desesperación. Pero, finalmente, es por medio del dolor que llegamos a

nacer del Espíritu; y solo entonces el amor auténtico, verdadero y

genuino se manifiesta, en la vida, como un fruto.

 

 

Con esto en mente, comienza el día recordando: “Amarás a Jehová tu

Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”.

 

DIOS TE BENDIGA,

 

Comparte:


Ultimos comentarios
  1. LUIS FELIPE EUSSE BERRIO
  2. Edgar Canales
  3. Myrna
  4. JESUS
  5. CARLOS ALBERTO
  6. Walkys
  7. oscar
  8. Oliux
  9. Gustavo Mendez Carmona
  10. Gustavo Mendez Carmona
  11. LINDA
  12. Monserrate Maldonado

Dejar comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *