Fe sin obras

De igual manera, ¿no fue declarada justa por las obras aun la prostituta Rahab, cuando hospedó a los espías y les ayudó a huir por otro camino? (Santiago 2: 25).

A CAUSA DE QUE LAS BUENAS OBRAS son el fruto de la fe. Sería muy difícil que alguien se salvara sin buenas obras (véase Fe y obras, p.l 14) Pero eso no significa que las buenas obras logren la salvación de los que se salven. Suponemos que habrá algunos, como el buen ladrón de la cruz, que se salvarán sin tener la oportunidad de hacer buenas obras. A los tales, sin embargo, les habría sido imposible no poseerlas de haber tenido más tiempo de vida.
Sin embargo, alguien podría preguntar: ¿No dice la Epístola de Santiago, que obviamente fue inspirado como lo fue Pablo, que las obras son parte de la justificación? Veamos las declaraciones de Santiago: «Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? […] Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta […]. Sin embargo, alguien dirá: “Tú tienes fe. Y yo tengo obras”. Pues bien, muéstra­me tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras […] ¿Quieres convencerte de que la fe sin obras es estéril? ¿No fue declarado justo nuestro padre Abraham por lo que hizo cuando ofreció sobre el altar a su hijo Isaac? Ya lo ves: Su fe y sus obras actuaban conjuntamente, y su fe llegó a la perfección por las obras que hizo […]. Como pueden ver, a una persona se le declara justa por las obras, y no solo por la fe […]. Pues como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (Sant. 2: 14-26)
Como resulta obvio por los pasajes citados, en tiempos de Santiago habla unas personas que alegaban que tenían fe, pero Santiago les dijo que era una fe falsa, porque no tenían obras. Como las buenas obras son el fruto de la fe. Era imposible que alguien reclamara tener fe sin las obras correspondientes San­tiago defendía la idea de que toda fe verdadera debe producir naturalmente buenas obras.

Vivir sin reflejar fe

Con tal de que se mantengan firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que ofrece el evangelio (Colosenses 1: 23).

SANTIAGO TENIA en mente a una clase de personas que pretendían tener fe pero que la negaban, porque sus vidas no reflejaban esa fe. Basado en esto, Santiago entiende, en forma práctica, que si no hay obras no hay fe. Él no toca ningún otro problema. Por ejemplo, él no tiene en mente que puede haber personas que tengan buenas obras, pero sin fe. Este no era un problema de su comunidad, y por lo tanto, no lo toca. Pero esto no quiere decir que no hubiera tales personas.
Por otro lado, tenemos a Pablo. Él enfrentaba a personas que decían que la fe en Cristo era nada si no se guardaba la ley de Moisés. Tu creencia en Cristo de nada sirve si no estás circuncidado Pablo se dio cuenta que esta era una de­claración superficial de un asumo más profundo: Cómo se salva el hombre, o en qué se basa la salvación del ser humano. Él podría haber dicho: «Este es un asunto ceremonial que compete a los judíos solamente; los gentiles no tienen por qué hacerlo- Pero él sabía que el principio sostenido iba más allá y atacaba la raíz misma del evangelio. El hombre se salva por fe en lo que hizo Jesucristo. No hay otra manera. Si la hubiera, se desvirtúa el evangelio y se lo neutraliza. De allí las declaraciones contundentes de Pablo de que el hombre se salva por la fe en Cristo solamente, sin las obras de la ley Pero como vimos antes. Pablo creía que una vez que hemos sido redimidos por la gracia de Cristo, empezamos a dar el fruto de la santificación, que es el producto de la obra del Espíritu en el corazón. La declaración de Santiago era de naturaleza práctica; la de Pablo, profundamente teológica. Ambos tenían razón, pero atacaban diferentes frentes.

Que Dios te bendiga, oramos por ti!

Mayo, 04 2010

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  1. sonia franco

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