La propuesta de matrimonio de Gaudí

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Imagen por diffendale

(Víspera del Aniversario de la Muerte de Antoni Gaudí)

«Alfonso, voy a hablarte [hoy] de las pasiones», comienza Antoni Gaudí la quinta carta que le escribe a su joven amigo Alfonso Trías, hijo del abogado Martí Trías, vecino suyo del Parque Güell con quien tenía una relación desde que éste era niño. Es una de las veintiuna cartas que conforman la biografía novelada escrita por el director de orquesta barcelonés Xavier Güell, titulada Yo, Gaudí. Su tatarabuelo Eusebio Güell fue el gran amigo del renombrado arquitecto catalán que financió la mayoría de sus proyectos.

«En una [fiesta para la que el] gerente de la Cooperativa Mataronense me [había pedido que fuera el decorador, él me presentó a Pepeta Moreu, diciéndome que ella deseaba conocerme] —cuenta Gaudí—…. La gran ilusión de Pepeta era llegar a ser concertista de piano…. [Lamentablemente] … a punto de cumplir dieciocho años [ella se había empeñado en casarse con el capitán Joan Palau, y él había abusado de ella físicamente y la había abandonado, dejándola embarazada…. Pero] el hijo de Pepeta había muerto] a los tres años… [y había pruebas de] que Palau, antes de conocerla, estaba casado con una argentina….

»Durante… más de tres años… todos los domingos sin excepción visité a Pepeta en su casa de Mataró, [a unos treinta kilómetros al noreste de Barcelona]…. Todo el mundo daba por hecho que esperábamos la anulación de su matrimonio para formalizar nuestra relación. La verdad es que no tuve el valor de confesarle mis sentimientos. La duda de no saber si mi amor era correspondido me consumía…. A pesar de ello, nuestra relación estimuló mi creación…. Empecé a trabajar en la cripta de la Sagrada Familia, la casa Vicens y los pabellones de la finca Güell….

»[Cuando] la Iglesia [finalmente] concedió la… anulación… Pepeta se acercó y me dijo:

»—… Por fin me han dado la libertad. Créame, esta vez haré buen uso de ella…. Tengo una gran noticia que comunicarle…. Por primera vez en mi vida soy completamente feliz….

»Sus palabras me alentaron…. Nunca la había visto tan hermosa. No recuerdo bien cuáles fueron mis palabras…. En todo caso, concluyeron con una propuesta formal de matrimonio… [a la que ella respondió:]

»—La verdad, Gaudí… no esperaba… ¿Qué puedo decirle? … No sé… Le voy a ser sincera…. Mis sentimientos hacia usted han sido de amistad, respeto y admiración… pero de todo ello no ha nacido el amor…. Además, estoy segura de que encontrará a alguien más digno de su adoración que yo….

»[Cuando] le pregunté por la noticia que quería darme… elevó la cabeza con orgullo y lanzó la perdigonada:

»—… Acabo de comprometerme con Joaquín Caballol. ¿Lo conoce? Hemos hablado con frecuencia de usted. Lo admira mucho…. Mire el anillo de pedida. Es bonito, ¿no? …

»… A veces, cuando me cuesta sobrellevar la soledad, pienso en una frase que escribí hace tiempo: “Uno de los beneficios que Dios me ha concedido es el don de la castidad. Además de las ventajas que reporta espiritualmente, nos preserva de muchas tribulaciones y amarguras. Una de estas es la de no tener que sufrir la pena de quedar viudo.”»1

No nos queda más que comentar que San Pablo mismo hubiera reforzado esas palabras con un enfático: «¡Amén!»2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Xavier Güell, Yo, Gaudí (Narrativa) (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2019), pp. 67-87.
21Co 7:7-8

Un Mensaje a la Conciencia

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