Señales de primavera

primaveraPor Tonya Stoneman:
Hace casi dos años, Maria Sue, la hija de Steven Curtis Chapman, de cinco años de edad, murió en un trágico accidente, golpeada por una camioneta conducida por su hermano adolescente, en la entrada del garaje de su casa en Tennessee.

Desde ese día, Steven Curtis ha transitado la senda del dolor y sufrido con su familia. Dios sigue encontrándose con él a cada paso del camino mientras lamenta su pérdida, lucha con el desánimo y reflexiona sobre el significado de la fe. Recientemente compartió con la revista En Contacto los detalles de su lucha.

Ministerios En Contacto: A pesar del éxito que has tenido en tu carrera musical, no eres ajeno a las dificultades: tu apartamento se incendió, tus padres se divorciaron, tu esposa ha tenido problemas con la depresión, perdiste una hija, y estás viendo a un hijo lidiar con más de lo que puede un joven de su edad. En todos estos años, ¿alguna vez has dudado de que Dios sea real?

Steven Curtis Chapman: Claro que sí. Por supuesto. He dudado de mi fe. He llegado a entender dos caras de la misma moneda. Creo que mi hijo lo expresó muy bien; Caleb lo dijo en una entrevista después que su hermanita, Maria Sue, fue a estar con el Señor Jesús. Él dijo: “En realidad, siempre había pensado que ser persona de fe, y ser parte de una familia de fe, significaba tener todas las respuestas y comprenderlo todo, sin necesidad de hacer preguntas”. “Pero —añadió— he llegado a entender que, por definición, la palabra fe significa tener muchas preguntas, y estar anclado a la verdad. Eso es lo que es la fe: decir: ‘Señor, aun con todas estas preguntas, esto es lo que creo. Esto es lo que yo decido creer'”. Es un regalo de Dios poder hacer una oración así.

Pienso que la oración que más he hecho en mi vida es: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Mr 9.24). Estoy muy agradecido de que esta oración se encuentre en la Biblia, porque es una invitación desde el corazón de nuestro Dios. Es como si Él estuviera diciendo: “Sé honesto conmigo. No pretendas saberlo todo. Conozco cada pensamiento tuyo, por lo que no puedes esconder nada de mí”. Creo que los salmos nos invitan a descargar a Dios nuestro corazón —nuestras preguntas, nuestras dudas—, y golpearle el pecho mientras le decimos: “No lo entiendo; no entiendo cómo pudo ser. Señor, ni siquiera sé ahora dónde estás, pero si estás allí, confío en ti”.

Eso es lo que es la fe. La hemos experimentado, evidentemente, en el último año y medio, en una forma muy profunda. Pero Dios ha demostrado ser fiel una y otra vez. Él es quien dice ser.

MEC: Todos pasamos por tiempos así, tal vez no tan difíciles como los que tú has vivido, pero especialmente ahora con la economía, son muchas las personas que están pasando por pruebas. Le pregunté a un amigo, que no ha encontrado trabajo por mucho tiempo, lo que él te preguntaría. A lo que respondió: “Cuando uno se encuentra en medio de la oscuridad, ¿cómo se hace para llegar al otro lado?”

SCC: Bueno, como podrás imaginar, he leído un montón de libros. En los días siguientes a la partida de nuestra niña al cielo, sentimos que éramos la familia por la que más se había orado en el planeta. Recibimos, literalmente, correos electrónicos y mensajes de personas de todo el mundo, que decían: “Estamos orando por ustedes, y llevándolos a la presencia de Dios”. Habían verdades valiosas que Dios nos transmitía a través de la personas. Recuerdo que leí un libro escrito por un hombre que perdió a su esposa, su hija y su madre, todas ellas en un accidente de tránsito. Este hombre y sus otros hijos estuvieron también en el accidente y sobrevivieron, pero él vivía con mucho dolor por la pérdida sufrida. Escribió: “Es casi como si uno imaginara estar rodeado por la oscuridad de la medianoche y poder dar la vuelta y escapar de ella, o bien seguir corriendo hacia delante. Esto último es contrario a lo que dice el sentido común, y aterrador, pero la vía más rápida para encontrarse con el amanecer es realmente correr hacia la oscuridad. Creo que esto es lo que está diciendo el salmista que, “aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Sal 23.4).

Nuestra experiencia no ha estado exenta de avances y retrocesos. “No, no quiero correr hacia esa oscuridad; voy a correr en la otra dirección”. La fidelidad de Dios no es algo que se siente permanentemente; muy raras veces la entendemos. En realidad, yo nunca la entenderé. Pero, como lo he proclamado y dicho: “Señor, bendigo tu nombre. Tú das, y también quitas. Bendito sea el nombre del Señor”. Aun cuando me obligo a mí mismo a cantar esa canción y a andar en la oscuridad, descubro que Dios me encuentra a cada paso. Esto no significa que no hay días en que piense: “Estoy exhalando mi último suspiro. No tengo más fuerzas para seguir adelante. Este dolor nos vencerá. Esto nos destruirá. Señor, si no te revelas de alguna manera, no sé qué pasará”.

Pero aquí estoy hablando contigo ahora, después de 18 meses.

MEC: Es increíble; de verdad.

SCC: Pero todavía estamos viviendo una situación difícil. Yo le diría a tu amigo: “La realidad es que no estoy sentado aquí, diciendo: ‘Sí, ya esto se acabó'”. Miro a mi hijo, y veo una sanidad increíble en su corazón y en su vida; pero la verdad es que las olas nos golpean cuando menos lo esperamos, y nos derriban por completo. Y otra vez me encuentro diciendo: “Señor, ¿dónde estás? ¿Cómo pudiste permitirlo? Pero confío en ti, Señor”. La realidad es que no vamos a salir de nuestra difícil situación hasta que Jesús venga y nos lleve. Dios ha prometido que Él hará nuevas todas las cosas, y que enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Ha prometido que no nos dejará ni abandonará en esta peregrinación. Todo lo que puedo decirle a tu amigo o a cualquier otra persona, es que Dios nos ha demostrado que es fiel a su Palabra.

MEC: Permíteme que te haga una pregunta acerca de tu canción. Tú dices en “Beauty Will Rise” (La belleza surgirá): “Si no puedo creer, creceré por ti, porque he visto las señales de la primavera”. ¿Qué son las señales de la primavera?

SCC: Estamos viendo señales. Cuando mi hijo dice: “No puedo explicarlo, pero soy capaz de levantarme de la cama por la mañana, porque Dios me ha dado la esperanza de que veré a mi hermanita otra vez. Y Él, entre tanto, usará mi vida y esta historia que me ha confiado, para llevar esperanza y consuelo a otras personas”. ¡Hombre, si mi hijo, de 18 años, puede decir tal cosa, es porque Dios está obrando!

Hoy día, podemos pasearnos por un orfanato para niños con necesidades especiales en la China, que lleva el nombre de “La casa grande de esperanza de Maria” (en honor de nuestra hija) que se ocupa de atender a unos 130 huérfanos en el nombre de Jesús —y fuimos capaces de terminarla por las donaciones que llegaron de personas que deseaban mostrarnos su amor después de que Maria Sue se fue al cielo. Fuimos a una grandiosa inauguración en la que funcionarios del gobierno chino festejaron con nosotros. Y allí estaba yo, en el escenario, junto a esos líderes comunistas cantando: “Todo es tuyo, Señor”, y proclamando: “Señor, la China es tuya; este lugar es tuyo, para tu gloria”. La mañana siguiente, esas fotos estaban en la portada del periódico por todas las calles de Luoyang; el artículo del periódico citaba la letra de la canción: “Todo es tuyo, Señor”. Vi esto, y dije: “Todo esto es una señal de primavera. Dios está sacando belleza de las cenizas”.

MEC: En la canción dices: “Casi puedo sentir la mano de Dios tocando mi rostro para secar mis lágrimas”. ¿Cómo se siente eso en tu vida familiar?

SCC: Bueno, es en esos momentos cuando literalmente siento que no puedo dar un paso más, y grito desesperado: “Señor, necesito saber que estás aquí”. Pero no de una manera exigente (descubrí que cuando comienzo a exigir, me hundo más en la desesperación). He aprendido mucho viendo la vida de Job. A pesar de que era un hombre piadoso, esta actitud exigente afloró a la larga, en el proceso, cuando dijo: “Señor, ¿por qué me hiciste esto? ¿No he sido un hombre recto?” Dios le dijo, finalmente: “De acuerdo, siéntate. ¿Dónde estabas tú cuando yo creé los cielos y la tierra?” Veo la misericordia de Dios, aunque me estremezco con Job cuando leo esto. Es como si me volviera un rollo muy pequeño, y dijera: ¿Qué tan pequeño puedo hacerme? Cuando me pasa eso una y otra vez, tengo que decir: “Señor, no te estoy exigiendo —es que estoy desesperado”. No pienso, en realidad, que entendemos lo que es la esperanza, hasta que estamos realmente desesperados por tenerla. Creo que cuanta más desesperación tengamos de Dios, más podrá revelarse a nosotros. Esa ha sido mi experiencia, y la de mi familia.

MEC: Finalmente, quiero terminar con una pregunta acerca de los dibujos de tu hija. Vi imágenes en tu blog de las paredes del orfanato, con dibujos de flores. Parecen mariposas. ¿Las hizo Maria Sue?

SCC: Sí, son las flores de Maria Sue. Me preguntaste acerca de las señales de primavera; esa es una de ellas. Las llamamos migas de pan, que sentimos que Dios y Maria Sue nos dejaron en el camino. Maria Sue dibujó una flor la mañana del accidente antes de irse al cielo. Encontramos el dibujo al día siguiente cuando regresamos a nuestra casa para buscar algo de ropa y cosas para el servicio funerario. Encontré este dibujo en la mesita donde pasaba horas dibujando y coloreando. Era el dibujo de una flor de seis pétalos con sólo uno de ellas coloreado. En el reverso del papel me di cuenta de que había escrito algo con un marcador . Una de nuestras oraciones en esas primeras horas fue: “Señor, te rogamos que nos permitas ver algo; déjanos tener un sueño, una visión que nos confirme que lo creemos y a lo que nos estamos aferrando con tanta desesperación es realmente cierto. ¿Puedes tan sólo dejarnos ver algo?” Entonces volteé el dibujo de la flor, y Maria Sue había puesto una palabra que ella nunca había escrito antes. Lo único que sabía escribir era su nombre, y “te amo”. (También sabía cómo escribir “mamá” y “papá”, pero eso era todo). Sin embargo, había escrito la palabra “vean”, v-e-a-n, en este papel y dibujado esa pequeña flor. Quedamos absolutamente convencidos, como una primera señal de la primavera, aun en ese momento de tan crudo invierno de nuestras vidas, que ella estaba diciendo: “Vean, realmente es cierto todo lo que ustedes dijeron que sería, lo que Dios ha prometido. Abran sus ojos, vean la eternidad, vean lo que realmente importa”.

Nos dimos cuenta, entonces, de que esa pequeña flor, que está en la cubierta de mi álbum y por todo el orfanato, tiene pétalos. Ella dibujó esa flor muchas veces, pero siempre la coloreaba. Bueno, esta vez pensé que no la había terminado. Pero hemos llegado a darnos cuenta de que hay un profundo mensaje que Dios le permitió dejarnos en esa flor: sólo un pétalo de los seis está coloreado. Tenemos seis hijos, y sólo uno de ellos está ahora completo, perfecto y terminado. Su vida es hoy totalmente perfecta en la presencia de Dios. Eso es lo que representa la flor para nosotros. Ese pétalo azul es el pétalo de Maria Sue. A ella le encantaba el azul —era su color favorito. Y el resto de nosotros está esperando por su color.

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