«De esclavo a catedrático»
(Víspera del Día Internacional para el Recuerdo del Comercio de Esclavos y su Abolición)
Se contó su historia en una comedia del dramaturgo renacentista sevillano Diego Jiménez de Enciso. Era la historia de la vida de un esclavo afroandaluz de ascendencia del Subsahara que, en el palacio donde prestaba sus servicios a la familia del primer Duque de Sessa, aprendió a leer de forma clandestina, escondido tras las puertas de una habitación en la que un maestro enseñaba las lecciones al nieto de aquel Gran Capitán.
Sin embargo, «es una historia fascinante porque no es un sueño; es la verdad. Encontré los documentos que lo prueban», le dijo la profesora de Antropología Histórica Aurelia Martín Casares a la periodista sevillana Ángeles Lucas del Diario El País en 2016. En aquel entonces la respetada catedrática dirigía, en la Universidad de Granada, un seminario sobre esclavitud, mestizaje y abolicionismo en los mundos hispánicos, y había acabado de publicar su obra al respecto titulada Juan Latino: Talento y destino, acompañada de un cuento para niños sobre el mismo tema para que les sirviera de ejemplo de superación personal.1
Juan Latino vivió en Andalucía en el siglo dieciséis, y su gran ingenio y espíritu luchador resultaron en que fuera liberado por sus amos, estudiara, se graduara como bachiller en Artes y le fuera otorgada una cátedra de Gramática en la Universidad de Granada. Y por si eso fuera poco, ¡se casó —por amor— con una mujer blanca de alta alcurnia! Con eso «conformó una de las primeras parejas mixtas legalmente constituidas en España —afirmó la antropóloga histórica—. Y fue el primer afroeuropeo que escribió obras de creación literaria en latín erudito, el primer humanista afroespañol, y el primer etíope que se dirigió con ironía a los blancos…. Incluso Cervantes alabó su manejo del latín.»2
No es de extrañar entonces que lo elogie Cervantes en el prólogo de El Quijote y que lo cite también Lope de Vega. Y en su libro la profesora Martín confirma que existió un retrato de Latino encargado por Felipe II para la Galería de Hombres Sabios del Alcázar Real de Madrid. «Cada vez estoy más convencida de que, cuando uno cree algo, debe seguir adelante, como hizo Juan Latino…. Él es una fuente de inspiración. Su figura supone un antídoto contra el racismo, que rompe con los estereotipos biologicistas y anima a avanzar en la justicia social», concluyó la investigadora académica.3
Sea cual fuere nuestra condición social y el color de nuestra piel, si bien para ser verdaderamente libres y superarnos espiritualmente no es necesario que tengamos el talento de Juan Latino, para alcanzar nuestro destino eterno sí es necesario que tengamos un benefactor como lo fue el dueño de Latino, quien lo apoyó para que pudiera entrar en la Universidad de Granada. Pero, gracias a Dios, basta con que le pidamos a Él que sea nuestro Benefactor divino y que nos adopte como hijos suyos para que, cuando llegue el momento de ingresar, nos dé franca entrada en su universidad celestial.4
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Ángeles Lucas, «De esclavo a catedrático», Diario El País, Sevilla, 29 diciembre 2016 <https://elpais.com/cultura/2016/12/28/actualidad/1482944745_614102.html> En línea 5 marzo 2022. |
2 | Ibíd. |
3 | Ibíd. |
4 | Jn 1:12; 8:32-36; Ro 8:15; Gá 4:4-7; Ef 1:5; 2:19; 1Jn 3:1 |