«Digan ustedes primero»

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Imagen por Einheit 00

(Día Internacional de los Niños Inocentes Víctimas de Agresión)

En el año 1949 llegó la violencia a Titiribí en el departamento colombiano de Antioquia. Entró por medio de las autoridades, quienes encarcelaban a sus enemigos políticos, y luego los llevaban en las horas de la madrugada y los arrojaban a las aguas del río Cauca. Así desaparecieron varios líderes de la comunidad. Los sicarios políticos se apostaban en los caminos que llegaban al pueblo, y allí sembraban el terror. En el paraje La Meseta fueron asesinados un padre de familia junto con dos hijos suyos. Por eso no es de extrañarse lo que sucedió cuando llegaron algunos de esos bárbaros a una casucha del lugar. Allí se encontraron con un niño de catorce años, y le preguntaron cuál era su partido político, esperando que respondiera: «liberal» o «conservador». Pero el muchacho, consciente del peligro que representaba cualquiera de las dos respuestas, les contestó: «Digan ustedes primero.» A uno de los verdugos le cayó en gracia aquella respuesta con la que les había salido el adolescente, y la celebró perdonándoles la vida a él y a sus padres y demás familiares. Además, el ingenio del joven también salvó su casa, pues no fue incendiada como tantas otras de la localidad.1

Esta anécdota sociopolítica la cuenta el periodista colombiano Hemel Ramírez en su obra titulada El diablo estuvo aquí. Es un título bastante apropiado, sobre todo cuando se toma en cuenta lo que Jesucristo mismo dijo acerca del diablo, a quien compara con un ladrón de ovejas: «El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.»2 Con esto Cristo nos da a entender lo siguiente: Si en el camino nos encontramos con el diablo, que como archienemigo de nuestra alma la acecha sin darle cuartel, podemos estar seguros de que tiene la intención de despojarnos de lo que más vale y de destruirnos del todo. En cambio, si nos encontramos con Cristo, que como gran amigo de nuestra alma la busca para salvarla eternamente, no debemos dudar de que quiere revestirnos de lo que más vale: una razón para vivir, y una vida en la cual ver realizada esa razón.

De modo que si el diablo nos pregunta: «¿De qué parte estás tú?», no ganaremos nada con responder: «Diga usted primero,» porque con él esa salida no garantizará en absoluto que saldremos ilesos. Más bien, nos asegurará todo lo contrario: Él tomará la decisión, la cual nos llevará irremediablemente a una muerte espiritual violenta y eterna. Ahora bien, si el que nos hace esa pregunta es Dios, tampoco ganaremos nada con responder: «Diga usted primero», pero por una razón diametralmente opuesta: A diferencia del diablo, Dios ha optado por no violar nuestro libre albedrío. Lo que Él espera y desea es que respondamos de corazón: «¡Estoy de tu parte, Señor!» Así podrá decirse de nuestra vida: «¡Ahí estuvo Dios!» Al fin y al cabo, Él dio su vida para que nosotros tengamos vida, y la tengamos en abundancia.2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Hemel Ramírez B., El diablo estuvo aquí (Medellín: Editorial Gloria, n.d.), pp. 119-20.
2Jn 10:10

Un Mensaje a la Conciencia

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