SIMBOLO DE ORACION Y DEDICACION

Símbolo de oración y dedicación

¡No soporto que con su adoración me ofendan! (Isaías 1: 13).

ESTA CEREMONIA IMPORTANTE DEL SERVICIO diario del santuario llegó a ser un símbolo de adoración y culto. Por eso no se debía quemar incienso en otro lugar que no fuera el destinado para ese propósito. Hacerlo en otro lugar era idolatría. El salmista decía: «Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino» (Sal. 141: 2). En el libro de Apocalipsis, el incienso se identifica con la oración: «Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios» (Apoc. 5: 8). «Se acercó otro ángel y se puso de pie frente al altar. Tenía un incensario de oro, y se le entregó mucho incienso para ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios» (Apoc. 8: 3).
La nube de humo fragante que ascendía al cielo era una analogía de la oración que se elevaba al trono de Dios.
También el incienso era un símbolo de consagración y dedicación a Dios, pues se colocaba sobre ciertas ofrendas, y sobre el pan de la proposición que se ponía sobre la mesa en el lugar santo (Lev. 2: 1; 24: 7).
Pero quemar incienso por el mero hecho de hacerlo, no tenía significado. Más bien era un insulto al Señor. Meditemos: «Con la nube de incienso se elevaba de cada corazón contrito la oración de que Dios aceptara sus ofrendas como una muestra de fe en el Salvador venidero» (Cristo en su santuario, p. 26).

El Día de la Expiación

Cualquiera que no observe el ayuno será eliminado de su pueblo. Si alguien hace algún trabajo en ese día, yo mismo lo eliminaré de su pueblo (Levítico 23: 29,30).

EN EL SANTUARIO había un servicio diario que se ofrecía en favor del pecador, que constaba de tres partes básicas: Los sacrificios matutinos y vespertinos, los sacrificios por los pecados individuales y el ofrecimiento del incienso. Pero también se realizaba un servicio anual. En el servicio diario, oficiaban los sacerdotes comunes; mientras que en el servicio anual el sumo sacerdote. Esto ya nos dice, de entrada, que era un servicio muy importante.
Además, el servicio diario se realizaba en el atrio y en el lugar santo del santuario. Sin embargo, la principal ceremonia anual se realizaba en el lugar santísimo, al final del año religioso, el día diez del séptimo mes, llamado Tisri. Se lo conocía con el nombre de Yom Kipur, que quiere decir, Día de la Expiación. Aún hoy los judíos celebran este día, al que llaman «el día del perdón». Según el calendario judío, este año cayó el 18 de septiembre. Todos los días se hacía expiación en el santuario, pero esta era la expiación final que conducía al cierre de las actividades religiosas. Era un día muy solemne, y se requería una actitud especial del pueblo: «Este será para ustedes un estatuto perpetuo, tanto para el nativo como para el extranjero: El día diez del mes séptimo ayunarán y no realizarán ningún tipo de trabajo. En dicho día se hará propiciación por ustedes para purificarlos, y delante del Señor serán purificados de todos sus pecados. Será para ustedes un día de completo reposo, en el cual ayunarán» (Lev. 16: 29-31). Esta ceremonia traía la reconciliación final y completa del pueblo con Dios. Era una purificación de todas las expiaciones acumuladas durante un año. Involucraba no solo la limpieza del santuario, también de los sacerdotes y del pueblo en general.

Que Dios te bendiga,

Septiembre, 21 2010

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