EL SEGUNDO ADAN

El segundo Adán

Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir (1 Corintios 15: 22).

LA ESCRITURA DICE CON TODA CLARIDAD que Cristo no tenia pecado y que vivió sin pecado. Fue perfecto delante de Dios: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador» (2 Cor 5: 21). «Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos» (Heb. 7: 26). Se dos dice: «El Señor Jesús asumió la forma del hombre pecador, y revistió su divinidad con humanidad. Pero era santo, tal como Dios es santo. Si no hubiera sido sin mancha de pecado, no podría haber sido el Salvador de la humanidad» (Cada día con Dios, 14 de diciembre).
Por otro lado, cuando Adán fue creado era perfecto e inmaculado. De él se dijo que fue creado a semejanza de Dios (Gen. 1: 26). Pero ya sabemos la triste historia de la humanidad. La raza humana llegó a tener una naturaleza corrompida por causa del pecado. Una inclinación hacia el mal que se transmite por las leyes de la herencia. Cuando Jesús se encarnó, asumió las desventajas físicas de los descendientes de Adán, pero no su conciencia moral pecaminosa. La conciencia moral de Jesús no estaba contaminada por el mal. Eso quiere decir que Jesús no vino a ocupar nuestro lugar en lo que se refiere a naturaleza, sino a ocupar el lugar de Adán.
Por lo tanto Jesús no es nuestro ejemplo en cuanto a naturaleza moral. Nosotros no podemos ser sin pecado, porque ya tenemos una naturaleza que no podemos cambiar. Jesús es nuestro ideal de fidelidad. Dios nos ha dado su Espíritu para vencer el mal en nuestra vida, pero esto es un proceso lento que no terminará hasta que estemos en el reino de Dios, cuando a través de la resurrección, el Señor desarraigue nuestra inclinación al mal para siempre. Mientras tanto, tenemos que luchar con el mal en nuestra naturaleza, y aprender a depender de él a cada paso del camino.

Que Dios te bendiga, oramos por ti!

Abril, 20 2010

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