«Hasta que el árbitro no pite el final»

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Imagen por inkknife_2000 (12.5 million views)

«Yo procuraba evitar los problemas, pero por lo general hablaba mucho y los árbitros me llamaban la atención en demasiadas ocasiones — admite Alfredo di Stéfano en su autobiografía titulada Gracias, vieja: Las memorias del mayor mito del fútbol—. Un día le dije a uno: “Pero oiga, árbitro, ¿qué… quiere? ¿Qué juegue con un esparadrapo en la boca? Así yo no puedo jugar; no puedo respirar.” Yo, cuando juego, comento el partido y voy hablando. Hablo siempre. Es mi característica….

»El peor problema era en los primeros tiempos [en que], cuando algo no entendía, le decía al árbitro: “¡Ché! ¿Qué cobrás?” [Es que] cobrar en Argentina es pitar una falta, y ellos entendían que yo les acusaba de haberse dejado sobornar. [Así que] ponían en el acta: “El jugador número nueve…” Y ¡tacatá! Multa….

»Bernabéu [—el presidente del Real Madrid—] me preguntó que qué pasaba. “Mire, don Santiago —le dije—, yo no sé por qué me anotan a mí…” Entonces averiguaron que yo decía que iba a cobrar el árbitro…. Yo le expliqué a don Santiago: “Esto es una cosa criolla. ¿Cómo me vienen a mí con estas cosas, si yo no sabía que aquí se dice pitar?” Después ya me fui acostumbrando al idioma, y todo se arregló….

»… Al final —continúa Di Stéfano—, por protestar salen los jugadores con más tarjetas que por pegar. Yo no creo que los jugadores de fútbol vayan a pegar intencionadamente para reventar a un adversario…. Eso es lance de juego. [Por lo general, los jugadores van] a buscar la pelota…. Después, indudablemente, está la picardía para buscar un penalti… pero ahora… están buscando entrar en el área para tirarse al suelo, [y] piensan más en tirarse al suelo que en buscar el gol. Y luego uno patea el penal, lo mete y se sube a la alambrera, como si hubiera hecho una gran cosa. En mis tiempos, tirarlo era una obligación. Lo marcabas y le decías al arquero: “Perdoname, pero era mi obligación.” No lo celebrabas como un gol de verdad, porque no es un gol como los otros. Es una ventaja muy grande.

»Ahora es distinto todo…. Hacen un gol a los quince minutos de juego, y… [luego] hacen el sprint más grande del partido [y] se amontonan todos…. Después ¿qué pasa? Que los últimos setenta y cinco minutos de juego, si el contrario te mete dos, ¿qué vas a hacer con el gol? … Tanto festejo, el jugador se tiene que dar cuenta de que en los partidos, hasta que el árbitro no pite el final, no tenés el triunfo asegurado. [Por eso] se dice: “No cantés victoria, aunque en el estribo estés”», concluye Di Stéfano.1

Luego de los múltiples títulos que ganó durante su carrera como jugador y como director técnico, aquel «mayor mito del fútbol» tuvo la distinción de ser presidente de honor del Real Madrid desde 2000, el año en que publicó su autobiografía, hasta 2014, el año en que el Árbitro Divino pitó el final de su vida. Y hasta el último minuto en que sonó ese pitazo final, no dejó de practicar lo que predicaba, tal y como lo expresó el Predicador de Eclesiastés: «Vale más el fin de algo que su principio. Vale más la paciencia que la arrogancia.»2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Alfredo di Stéfano (con la colaboración de Enrique Ortego y Alfredo Relaño), Gracias, vieja: Las memorias del mayor mito del fútbol (Madrid: Grupo Santillana de Ediciones, 2000), pp. 149-51.
2Ec 7:8 (NVI)

Un Mensaje a la Conciencia

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