La maratón más importante
¿Cómo se dice: el maratón o la maratón? ¿Y por qué se recorre una distancia de 42 kilómetros y 195 metros? Muchos saben que se define como una carrera de resistencia en la que se recorre esa distancia precisa,1 pero muy pocos conocen la historia detrás de su género o de su distancia.
En cuanto a su género, es tan válido su uso en masculino, con el que comenzó a circular en el primer tercio del siglo veinte, como lo es en femenino, que ha ido extendiéndose desde entonces debido a que es femenino el género de prueba y de carrera.2 De modo que está bien que nos refiramos a esa carrera de atletismo como una maratón.
La palabra misma procede de la ciudad griega llamada Maratón y de los presuntos cuarenta y tantos kilómetros que un soldado o heraldo griego, en el año 490 antes de Cristo, recorrió a la carrera desde esa localidad hasta la ciudad de Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa, y murió de fatiga después de dar la noticia. Sin embargo, la distancia concreta de la prueba que todos hoy conocemos no se fijó como tal sino hasta el año 1921.
Desde los primeros Juegos Olímpicos modernos en Atenas en 1896, en París en 1900 y en San Luis, Misuri, Estados Unidos en 1904, como también en los de Estocolmo en 1912 y de Amberes en 1920, las maratones se corrieron entre 40 y casi 43 kilómetros. Pero fue en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908 que se determinó una distancia exacta que habría de regir desde los juegos de 1924 en adelante, y lo sorprendente del caso es que resultó ser la distancia entre una ventana real y un palco real. Para que una parte de la familia real británica pudiera presenciar cómodamente la salida, y otra parte de la realeza la llegada, la maratón se diseñó de modo que comenzara junto a una ventana del Castillo de Windsor y finalizara dentro del estadio de White City, delante del palco real, que distaba exactamente 42 kilómetros y 195 metros.3
Lo cierto es que el género y la distancia exacta de las maratones de atletismo tienen poca importancia comparadas con la maratón de la vida de cada uno de nosotros. Gracias a Dios, en esa maratón Él, que es nuestro Creador, siempre le ha dado importancia al género femenino, a diferencia de las maratones olímpicas, en las que no se incluyó una modalidad para mujeres sino hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984. Y en la maratón de nuestra vida Dios es el único que conoce la distancia. De ahí que Job, el patriarca bíblico, le haya dicho al Señor su Dios: «La vida del ser humano tiene un límite y tú conoces su duración.»4
Lo que realmente importa, entonces, no es nuestro género, ya que Dios nos juzgará a todos por igual, ni la distancia exacta que recorramos, ya que eso Él ya lo sabe, sino sólo cómo hemos de llegar a la meta final. Más vale que nos preparemos debidamente, cultivando una relación personal con Dios como nuestro Entrenador divino, de modo que podamos decirle como el salmista David: «Mi vida entera [ha estado] en tus manos».5
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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1 | Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, Edición del Tricentenario, Actualización 2019 <https://dle.rae.es/marat%C3%B3n?m=form> En línea 1 febrero 2020. |
2 | Diccionario Panhispánico de Dudas <http://lema.rae.es/dpd/?key=marat%C3%B3n> En línea 1 febrero 2020. |
3 | Manuel J. Prieto, «Los maratones son de 42,195 km. por la corona británica» <https://www.curistoria.com/2017/09/los-maratones-son-de-42195-km-por-la.html> En línea 1 febrero 2020. |
4 | Job 14:5a (PDT) |
5 | Sal 31:15a (NVI) |