Imagen por elizabethdonoghue

Eusébio da Silva Ferreira nació en 1942 en Lourenço Marques —hoy Maputo, Mozambique—, que en aquel entonces estaba bajo el dominio de Portugal. Comenzó a jugar a los quince años con el Sporting Clube de Lourenço Marques, pero cumplidos los dieciocho ya la noticia de su prodigioso talento había llegado a Portugal, lo cual culminó en que fuera contratado por el prestigioso club Benfica de Lisboa. Cuando Béla Guttmann, el nuevo director técnico del Benfica, lo vio entrenar por primera vez allí en el Estadio de la Luz, exclamó: «¡Él es oro! ¡Él es oro!» Es que Eusébio, dotado de velocidad, aceleración, potencia y precisión, había perfeccionado, además, desde los juegos callejeros de su infancia, la habilidad de regatear como un gato escurridizo.

Cuando debutó con el Benfica en un encuentro amistoso celebrado en París, entró en el segundo tiempo y tardó sólo 20 minutos en hacer un hat-trick, marcando su primer gol y dos goles más contra el Santos de Brasil. Después del partido, el joven Pelé, que había anotado por Santos, comentó: «Los goles que marcó Eusébio fueron lindos. Todos los jugadores del Santos, incluso yo, pensamos que él era un gran jugador, aunque ninguno de nosotros lo conocía en aquel entonces.»

Esos tres goles fueron los primeros de una larga lista que marcó para el Benfica: 320 en 313 partidos de liga. Y fuera de la Liga Portuguesa, con tan sólo veinte años, marcó la diferencia anotándole dos goles al imperioso Real Madrid de Alfredo Di Stéfano en el triunfo del Benfica por 5-3 en la Copa de Europa de 1962. Debutó en la Selección Nacional de Portugal en 1961, y cuatro años después contribuyó con siete goles a la primera clasificación de Portugal para una Copa Mundial de la FIFA, la de Inglaterra 1966.

En 1965 Eusébio fue proclamado Jugador Europeo del Año, pero fue en el torneo de Inglaterra 1966 que se convirtió en un fenómeno a escala mundial. Marcó un gol contra Bulgaria; anotó dos goles con que quedó eliminado el campeón Brasil; marcó cuatro contra Corea del Norte cuando iban perdiendo 0-3; anotó un gol contra el campeón Inglaterra en el partido semifinal; y marcó otro contra la Unión Soviética, el primer gol de la victoria que le aseguró el tercer puesto a Portugal, y el noveno gol del campeonato, que le permitió adjudicarse la Bota de Oro como el mayor goleador.

Durante los 15 años en que jugó con el Benfica, Eusébio superó el promedio de un gol por partido, y fue 7 veces campeón y 11 veces el máximo goleador de la Primera División de Fútbol de Portugal. Y sin embargo posteriormente declaró: «El Mundial de 1966 [fue] la cumbre de mi carrera. Aunque perdimos la semifinal, el fútbol portugués fue el auténtico ganador.»1

Hasta el día de su muerte en 2014, la «Pantera Negra» no dejó de mostrar fidelidad y amor al fútbol portugués y a su antiguo club. El Benfica correspondió rindiéndole homenaje con una estatua de bronce a las puertas de su legendario Estadio de la Luz, acatando así la enseñanza del apóstol Pablo de rendirle honor al que se lo debemos.2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
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