LADRON DE OFICIO
Ladrón de oficio
Ciertamente les aseguro que el que no entra por la puerta
al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado,
es un ladrón y un bandido (Juan 10: 1).
EL HURTO Y EL ROBO PROLIFERAN por todas partes. Hay lugares donde la gente vive de estas actividades. Las calles de las grandes ciudades se han convertido en el vivero natural de los dueños de lo ajeno. Hay quienes dedican toda su vida a estafar y robar a los demás. Hace poco, la policía
detuvo a un individuo en la Ciudad de México cuando estaba robando en un domicilio. Resultó ser una persona que llevaba cincuenta años dedicada a ese oficio. Cuando los periodistas le preguntaron si era «ratero», contestó que no. En cambio, dijo: «Soy ladrón». Es increíble que haya personas que se enorgullezcan del delito. Este caballero se sentía orgulloso de ser ladrón porque, según él, había robado a personas famosas y ricas.
La sociedad se desmorona si no existe el respeto a la propiedad ajena. Dios sabe que los seres humanos tenemos que vivir en sociedad, y una manera vital de lograr la convivencia pacífica es respetando los derechos de los demás. Uno de esos derechos fundamentales es el derecho a la propiedad.
En el octavo mandamiento, Dios nos dice: «Respeta la propiedad ajena, porque es la única manera de garantizar el orden y la convivencia social. Acuérdate que eres un mayordomo de Dios, y que algún día Dios te pedirá cuenta de esa mayordomía».
Como el mundo en general desprecia la ley de Dios, no es ninguna maravilla que esté lleno de ladrones. Aun Jesús tuvo un ladrón en su grupo íntimo de discípulos: «Era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella» (Juan 12: 6). Los ladrones impenitentes no podrán ser parte de la sociedad armoniosa que Dios creará: «Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios» (1 Cor. 6: 10).
Que Dios te bendiga,
Pedidos de oración al cielo77014@hotmail.com
Julio, 22 2010