NO HAY EXCUSA

No hay excusa

Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas (Romanos 2: I).

El PROBLEMA DEL PERFECCIONISMO es que pretende que los seres humanos pueden llegar a ser excelentes en este mundo, y hacen de esa posible perfección el requerimiento para entrar en el reino de Dios. Luego, él perfeccionista se convierte en juez de las personas que luchan y no obtienen la victoria. Dice: «El fracaso es el resultado de ser infiel a Dios». Esto trae frustración y desencanto al corazón de los sinceros cristianos, que luchan sin poder llegar al sentimiento de haberlo alcanzado Les roba la paz en Cristo, la felicidad y el gozo de vivir. A la postre, los convierte a una religión basada en el mérito, que si es bancarrota espiritual.
Por otro lado, rechazar el perfeccionismo no debe ser excusa para vivir en pecado. No es correcto decir: «Hagamos esto, al fin y al cabo, perfecto no hay nadie en el mundo» O decir: «Cometí este pecado, pero, bueno, es que somos pecadores». Esgrimir nuestra condición caída para excusar el pecado, es tan equivocado como el mismo perfeccionismo. Se nos dice: «Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia» (El Deseado de todas las gentes, p. 625). No hay excusa para pecar, porque tenemos un poder infinito que está de nuestro lado.
Pero, mientras vivamos en este mundo de pecado, no podremos decir que ya hemos logrado vencer el mal. El que lo diga está engañado, y es un engañador. Notemos estas palabras: «No podemos decir: “Yo no tengo pecado”, hasta que este cuerpo vil sea cambiado y transformado a la semejanza de su cuerpo divino» (A fin de conocerle, p.360). «Cuando termine el conflicto de la vida, cuando la armadura sea colocada a los pies de Jesús, cuando los santos de Dios sean glorificados, entonces, y solo entonces, será seguro afirmar que somos salvos y sin pecado» (Mensajes selectos, X. 3. p. 406).

Que Dios te bendiga, oramos por ti!

Abril, 20 2010

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