«¿Pa´qué venís con cuentos?»

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Imagen por Dimit®i

Pa´qué venís con cuentos
si toitíto en el mundo se sabe….
Si ya supe de juente bien cierta
que vivís con el renco Macario….
El mesmito lo dijo antenoche
al salir del estanco, borracho….

Secáte esas lágrimas,
no me digás ya nada….
Ya no creigo en promesas,
ya no creigo en palabras…. ¡Calláte!
¡No me vengás con cuentos…!

Pa´quel cura se sintiera contento,
y la gente del pueblo bailara a sus anchas,
rompope del juerte y mixtela mercaba;
y con pino frequito que truje del cerro
mi rancho adornaba,
que un casorio sin tragos,
ni son de guitarras,
casimente es lo mismo
como un cuerpo sin alma….

Y hoy venís con tus cosas,
con tus lágrimas tristes
que son inventadas….
Yo no creigo en promesas,
yo no creigo en palabras….
Todas dicen lo mesmo,
porque todas son falsas….
Secáte esas lágrimas,
no me digás ya nada…!
Por diantre calláte…. ¡Calláte!
No me vengás con cuentos…!1

Lamentablemente hay muchos hombres en el siglo veintiuno que pueden identificarse plenamente con estos versos picantes del poeta hondureño Daniel Laínez publicados en la primera mitad del siglo veinte en su obra titulada Al calor del fogón. «Ya era hora de que se hiciera justicia y se tratara el tema de la infidelidad de este modo», dirán algunos de ellos. Es que, aunque predominen los casos de mujeres engañadas por su novio o su marido, ellos saben, porque lo han vivido en carne propia, que también hay muchos hombres a quienes su esposa o novia les ha sido infiel.

Ahora bien, ¿será posible que Laínez haya escrito este poema basado en su observación de la conducta de ciertas mujeres a las que llegó a conocer de cerca? Según el testimonio de sus familiares, él «no se casó», sino que «gustaba de la vida bohemia», al extremo de que se le conocía como «el poeta del corbatín bohemio».2 Pero ¿quién sabe si ese gusto lo haya adquirido, al menos en parte, a causa de haber llegado a la conclusión de que uno no puede fiarse de lo que dicen las mujeres? Eso es, en definitiva, lo que ha llegado a creer el hombre engañado del poema de Laínez, en quien se cumple el refrán que dice: «Juana cree que a Pedro engaña, pero lo desengaña.»3 Y parece que fuera la conclusión a la que ha llegado la sabiduría popular reflejada en algunos otros de nuestros refranes, tales como: «De la mala mujer te has de guardar, y de la buena no fiar»; «Palabra de mujer no vale un alfiler»; «En palabras de mujer nadie fe debe poner»; y: «La mujer y la mentira nacieron el mismo día.»4

Gracias a Dios, esas generalizaciones no se ajustan a la realidad de que la gran mayoría de las mujeres no son así. Más bien hay muchas mujeres virtuosas que el libro de los Proverbios describe en estos términos: «La mujer ejemplar es corona de su esposo…. ¡Es más valiosa que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella…. Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida…. Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor…. La mujer que teme al Señor es digna de alabanza. ¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!»5

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Poema «¿Pa´qué venís con cuentos?» <http://danielainez.blogspot.com/2010/06/poema-paque-venis-con-cuentos.html> En línea 2 diciembre 2011
2Sue Laínez, «Sobre Daniel», Marzo 2010 <http://danielainez.blogspot.com/2010/03/sobre-daniel-2010.html> En línea 5 diciembre 2011.
3Refranero general ideológico español, compilado por Luis Martínez Kleiser (Madrid: Editorial Hernando, 1989), p. 233.
4Ibíd., pp. 496,498.
5Pr 12:4; 31:10,11,12,26,30,31

Un Mensaje a la Conciencia

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