¿Quiénes son más ricos?

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Imagen por Roman Boldyrev

«Hace unas semanas [un] amigo… me reenvió un artículo escrito por [el] periodista mexicano [Armando Fuentes Aguirre «Catón»], que amenaza sarcásticamente a [la revista Forbes] por no incluirlo en la última lista en la que aparecen los… hombres más ricos del mundo —escribió el columnista Roberto C. Ordóñez en el diario La Tribuna de Honduras—. Dice el periodista azteca que él tiene cosas que no tienen aquellos, como la conciencia tranquila y otras valiosas cosas que no tienen precio….

»Yo tampoco envidio a esos ricachones porque, a pesar de sus miles de millones, yo tengo y disfruto de cosas que ellos no tienen….

»Ellos viven rodeados de guardaespaldas, y yo ando solo para arriba y para abajo. O sea que yo soy libre; ellos son esclavos de su dinero y de su fama.

»Ellos viajan en automóviles de último modelo pero blindados, lo que los hace más pesados e incómodos. No tienen el placer de manejar ni uno solo de tantos que tienen. Yo sólo tengo uno, pero lo manejo yo, y a pesar de andar capeando baches en nuestras abandonadas calles y carreteras, y esquivando las embestidas de miles de motociclistas, me produce mucho placer conducirlo.

»Dispongo de mi tiempo a mi antojo. Nadie maneja mi agenda, porque no tengo agenda. A ellos se las maneja una legión de muchachas bonitas y de asistentes feos. Yo tengo un asistente también feo que me hace los mandados y me recuerda las fechas de pago de luz, agua, teléfono y otros, porque si se me va el pájaro y no pago a tiempo estos servicios públicos me quedo a oscuras, sin agua e incomunicado….

»Los dueños del mundo pasan pendientes de los altibajos de las bolsas de valores. En unas cuantas horas pueden aumentar o disminuir sus fortunas, gracias a los especuladores. Yo veo y oigo en la tele los movimientos bursátiles como quien oye llover, pues no tengo nada que perder ni ganar en Wall Street….

»Con toda seguridad los magnates son ulcerosos que no comen ni beben cualquier cosa porque todo les hace daño. Yo de vez en cuando como hasta chicharrones… y hasta peco saboreando una copa de helado o una conserva de leche. Nada de eso me hace daño. Al contrario, me mantiene saludable.

»Ellos padecen de insomnio, viendo números y gráficos en sus pantallas mentales. Cuando se me quita el sueño, enciendo la radio para oír los disparates de los políticos, y ligerito estoy roncando.

»Todavía trabajo para ganarme la vida. Tengo una familia unida; seis hijos y once nietos de quienes me siento orgulloso.

»Así que, señores clientes de [Forbes]… soy más rico que ustedes…»1

Aunque sin duda muchos de los lectores de Ordóñez preferirían de todos modos ser tan ricos como esos hombres que tienen semejante fortuna, hay que reconocer que Jesucristo le daría la razón al periodista hondureño. Por ejemplo, cuando un hombre manifestó que estaba muy preocupado por recibir parte de la herencia que le había dejado su padre, Jesús aprovechó la oportunidad para decirles a todos: «¡No vivan siempre con el deseo de tener más y más! No por ser dueños de muchas cosas se vive una vida larga y feliz…. Los que amontonan riquezas para sí mismos… se creen muy ricos pero, en realidad, ante Dios son pobres…. Ustedes, por el contrario, reconozcan a Dios como único rey, y estas cosas les serán añadidas.»2

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Roberto C. Ordóñez, «Demandas a Fortune», La Tribuna, 28 noviembre 2011 <http://www.latribuna.hn/2011/11/28/demandas-a-“fortune”/> En línea 23 enero 2012.
2Lc 12:13-21 (TLA), 31 (NVI y TLA)

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