«Una medalla de oro que enalteció a los humildes»
(Antevíspera del Centenario del Natalicio de Pancho Segura)
Desde su nacimiento prematuro en Guayaquil el 20 de junio de 1921, Francisco Olegario Segura Cano fue un niño débil y enfermizo. El raquitismo del que padecía a causa de la mala nutrición había debilitado sus huesos y le había causado una pronunciada curvatura en las piernas. De ahí que, si su padre no lo hubiera llevado con frecuencia desde muy pequeño al prestigioso Guayaquil Tenis Club, es poco probable que ese deporte se hubiera convertido en su pasión. Es que su padre trabajaba en el club arreglando las canchas, retirando las redes y repartiendo las toallas a los socios.
El pequeño «Pancho», por su parte, no sólo aprovechó la oportunidad de pasar bolas para los socios a cambio de propinas, sino también de jugar cuando ellos desocupaban las canchas. Su primera raqueta, que le regaló un socio, era vieja, de madera, tan grande y pesada para él que lo obligó a emplear las dos manos en sus golpes para compensar su falta de fuerza.
Tenía sólo trece años cuando un periodista lo vio jugar en el club y dio a conocer su extraordinario talento. Pero Pancho tuvo temor de dejarse retratar, ya que «los señores» del club podrían disgustarse. Esos mismos «señores» decidieron no inscribirlo en su primer campeonato nacional, así que para poder participar tuvo que ser inscrito más bien por un club popular. Gracias a Dios, logró superar la persecución de la que fue víctima hasta la final del torneo. Antes de la partida le escondieron la raqueta, pero por suerte un profesor de ese club le prestó la suya, y con ella jugó y aplastó a su rival.
En 1938, como seleccionado ecuatoriano a los Juegos Bolivarianos en Bogotá, Colombia, hubo países que trataron de descalificarlo alegando que era un profesional porque recibía monedas de los socios por su trabajo como pasabolas y jugaba con ellos en el club. Pero Galo Plaza Lasso —el dirigente olímpico que llegaría a ser presidente del Ecuador— defendió su participación al grado de amenazar con retirar al equipo nacional. Segura no sólo participó, sino que dio el golpe de sorpresa al derrotar, uno tras otro, a sus aventajados rivales, hasta llegar a la final contra el campeón colombiano y vencerlo, adjudicándose así la medalla de oro.1
Un periodista guayaquileño comentó: «Segura había recibido algunos desprecios, [incluso] de jugadores de su propio equipo, quienes no quisieron entrenar con él porque era un cholo y descalzo…. Superando esa extracción social, el teñido por el sol, delgaducho y [con] piernas arqueadas» superó así mismo a todos sus rivales. De ahí que Mario Canessa, ex presidente de la Federación Ecuatoriana de Tenis, haya concluido que en 1938 «una medalla de oro en los Juegos Bolivarianos enalteció a los humildes, porque fue un sencillo pasabolas ecuatoriano el que la ganó».2
Gracias a Dios, quien nos creó a todos iguales, hay casos como este en que parece que Él ayuda de manera extraordinaria al desfavorecido a fin de compensar la desventaja que sufre. ¿Acaso será porque una de las tantas maneras en que nos asemejamos a Dios, por haber sido creados a su imagen,3 es que Él se complace mucho cuando gana el que lleva las de perder?
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
1 | «Ecuador pierde a su mayor gloria del tenis, ‘Pancho’ Segura Cano», 19 noviembre 2017 <https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/tenis/1/ ecuador-pierde-a-su-mayor-gloria-del-tenis-pancho-segura> En línea 11 enero 2021; RicardoVasconcellos R., «Los 95 años de Pancho Segura Cano», 26 junio 2016 <https://www.eluniverso.com/deportes/2016/06/26/nota/ 5655363/95-anos-pancho-segura-cano> En línea 11 enero 2021. |
2 | Mario Canessa Oneto, «Agosto de 1938, cuando la gloria fue de los humildes», Diario El Universo, 11 agosto 2018 <https://www.eluniverso.com/deportes/2018/08/11/nota/6899954/agosto-1938-cuando-gloria-fue-humildes> En línea 11 enero 2021; véase Mario Canessa Oneto, 100 años de historia del tenis ecuatoriano (Guayaquil: Poligráfica C.A., 2000). |
3 | Gn 1:27; Mt 20:16; Hch 10:34; Ro 2:11; 10:12; 1Co 1:27; Gá 3:28 |