Una sensacional crónica madrileña

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Imagen por cesarecosini

(Día Internacional de los Museos)

Era el 25 de noviembre de 1891. «A las dos de la madrugada… —anunció el periódico El Liberal en Madrid, España— nos telefoneaban desde [las oficinas del Gobierno civil] las siguientes palabras, siniestras y aterradoras: “El Museo del Prado está ardiendo”….

»“¡Qué desdicha! ¡Qué catástrofe! ¡Pobre España!…” Así hablaban las gentes…. Habían pasado dos semanas sin catástrofe nacional, y… esto no podía seguir así…. No, lo que es la Providencia no se olvida de nosotros….

»Un grito de angustia, seguido de violentas imprecaciones, de palabras de lástima y aun de blasfemias, se escapaba de todos los labios [de quienes] llegaban al Prado y veían el monumental edificio… coronado de llamas, lanzando columnas de humo hacia las nubes y, de cuando en cuando, haces de chispas que semejaban luminosos residuos del espíritu de Velázquez, Murillo, Rafael, Rubens, Tiziano, Goya….

»Parece ser que el fuego se inició en uno de los desvanes del edificio, ocupados… por un enjambre de empleados y dependientes de la casa. Allí se guisaba, allí se encendía fuego para toda clase de menesteres caseros, allí se olvidaba, en fin, que una sola chispa podía bastar para la destrucción de riquezas incalculables… gracias a la endeblez y combustibilidad de sus tablones y cañizos….

»… La… sempiterna imprevisión de nuestros gobiernos ha sido el origen de esta tristísima catástrofe…. El Museo del Prado, gloria de España…, puede darse por perdido.

»Con lágrimas en los ojos, cerramos… esta edición, reproduciendo la siguiente carta que nos envían desde el sitio del siniestro:

»“Amigo y Director: … Ahí va… la reseña de los tristes sucesos… que pueden ocurrir aquí el día menos pensado.

”»Tuyo,

”»Mariano de Cavia.”»1

Al día siguiente, el intrépido periodista español volvía a escribir sobre el tema explicando por qué se había inventado el presunto incendio. Lo cierto era que hacía sólo cuatro meses habían ocurrido dos incendios en el Museo del Prado, y él simplemente quería denunciar la precariedad de aquel edificio que albergaba un verdadero tesoro mundial.

Dio resultado. Con esa falsa crónica sensacional consiguió que las autoridades se preocuparan por el mal estado en que se encontraba el museo y tomaran las medidas necesarias.2

Tal vez lo único que le faltara a Mariano de Cavia prevenirles a sus lectores fue que ellos en lo personal, así como su preciado Museo Nacional, corrían peligro de sufrir una catástrofe, sólo que la de ellos era tanto física como espiritual. A eso se refería el escritor bíblico de la Carta a los Hebreos al advertirles a los lectores suyos que, tarde o temprano, todos nosotros moriremos y después vendrá el juicio final, pero que Dios, nuestra Providencia divina que no se olvida de nosotros, nos envió a su Hijo Jesucristo para morir en nuestro lugar y salvar eternamente a los que le pidamos perdón por nuestros pecados.3

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Mariano de Cavia, «La catástrofe de anoche: España está de luto, Incendio del Museo de Pinturas», Periódico El Liberal, p. 2 (Año XII, Madrid, España, Núm. 4.541), 25 noviembre 1891 <https://hemerotecadigital.bne.es/hd/viewer?oid=0001217181> En línea 16 noviembre 2022.
2Manuel J. Prieto, «El falso incendio del Museo del Prado en 1891», marzo 2020 <https://www.curistoria.com/2020/03/ el-falso-incendio-del-museo-del-prado-en-1891.html> En línea 16 noviembre 2022.
3Heb 9:27-28

Un Mensaje a la Conciencia

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