DIOS, NUESTRA FUERZA
El que confía en el Señor es bienaventurado.
Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo.
Los hijos de Judá prevalecieron porque se apoyaron en el Señor, Dios de sus padres.
Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
No temeremos aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares.
Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes.
Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y el Señor se deleita en su camino. Cuando caiga, no quedará derribado, porque el Señor sostiene su mano.
Probad y ved que el Señor es bueno.¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia!
Temed al Señor, vosotros sus santos, pues nada les falta a aquellos que le temen.
Pr.16:20 Ro.4:20,21 II Cr.13:18 Sal.46:1,2; 118:8,9; 37:23,24; 34:8,9