LA LUZ DE SU GLORIA

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La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

Vi una luz procedente del cielo más brillante que el sol, que resplandecía en torno mío y de los que viajaban conmigo. Yo entonces dije: “¿Quién eres, Señor?” Y el Señor dijo: “Yo soy Jesús a quien tú persigues.

Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos; y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.

Ya el sol no será para ti luz del día, ni el resplandor de la luna te alumbrará; sino que tendrás al Señor por luz eterna, y a tu Dios por tu gloria.

Nunca más se pondrá tu sol,  ni menguará tu luna,  porque tendrás al Señor por luz eterna, y se habrán acabado los días de tu luto.

El Dios de toda gracia… os llamó a su gloria eterna en Cristo.

   

Ap. 21:23   Hch. 26:13,15   Mt. 17:1,2   Is. 60:19,20   I P. 5:10

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