Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros.

Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; no ando tras las grandezas,  ni en cosas demasiado difíciles para mí; sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma.

Los secretos del SEÑOR son para los que le temen,y El les dará a conocer su pacto.

Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre; es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros.

Dt. 29:29   Sal. 131:1,2;  25:14   Dan.2:28   Jn.15:15;  14:15-17