¿Estás deprimido/a?

El corazón alegre constituye buen remedio, mas el espíritu triste seca los huesos.
Proverbios 17:22.

Bajo el título de “Su nombre era Deprimida”, Jan McCray narra la siguiente historia:

“Conocí a Pati a través de un grupo de estudio bíblico, donde disfrutaba de su deleite y entusiasmo por Jesús. Es una de las personas más sinceras que he conocido; ama a Jesús con pasión. Pero no siempre fue así. Pocos años antes, Pati se auto describía como creyente “nominal”, desconectada de Dios, excepto por las oraciones de su madre, cristiana firme. Cuando los hijos de Pati tenían cinco y siete años, ella cayó en una severa depresión. Su médico la puso bajo antidepresivos, pero la oscuridad persistió.

Algunos días no podían recordar si les había dado desayuno a sus niños; se sentía aislada de todo. Desesperada, tomó el consejo de su madre de orar y leer la Biblia, pero no se podía concentrar lo suficiente.

Algunas noches se paraba frente a la ventana después que todo se acostaba y miraba al cielo oscuro. Deseaba que Dios la dejara morir y así salir de aquella miseria. Un día, mientras hacía sus deberes de madre y ama de casa, sintió que estaba haciendo algo que parecía una decisión involuntaria de su corazón.

Todo el día estuvo diciéndose a sí misma que tal vez sus hijos estarían mejor sin ella. Pero,  en su desesperación, Pati elevó a Dios una petición desde su corazón: “por favor, ayúdame Dios, ¡si es que estas ahí!”, gritó. “Envía a alguien hoy mismo para que me ayude, ¡si es que eres real!”

A primera hora de la tarde, alguien llamó a su puerta. Al abrir, se encontró con una mujer, que le dijo: “¡He venido a decirle lo mucho que Jesús la ama!” Ella no sabía si llorar o explotar de alegría. Dios le respondió a Pati.

No solo envió a alguien para que la disuadiera de sus equivocados pensamientos, sino que instruyó a su sierva para que le diera una muestra del amor divino a través de su persona. La crisis depresiva de Pati le abrió el corazón a un anhelo por Dios que nunca supo que existía.

Probablemente su madre estuvo orando ese día en el que Pati no solo le gritó a Jesús, sino que comenzó a sentir hambre y sed de él. En esa ocasión, Pati le pidió a Dios que se le mostrara y él lo hizo de manera directa, personal e inconfundible, y le cambió su nombre de Deprimida a Amada. Pati desarrolló un hermoso ministerio para alcanzar a quienes, como ella en el pasado, sentían que no le importaban a nadie.

Si hoy tú estás deprimido lo único que debes hacer es clamar a Dios y con un corazón humillado y sincero simplemente dile: Dios! ayudame!
Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”. Jeremías 33:3

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