Soy Así…

“Los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí, y

perdonaré todas sus iniquidades con que contra mí pecaron y contra mí

se rebelaron” (Jeremías 33:8).

 

Hace algún tiempo, el cardiólogo solicitó que me hicieran una prueba

especial: una ecocardiografía. Gracias a este procedimiento pudo

observar el interior de mi corazón mientras latía y descubrió que

tengo un prolapso en la válvula mitral. Para la mayoría de los

pacientes, esto no representa un grave riesgo para su vida, por lo que

no suele ser preciso que pasen por un tratamiento específico o cambien

radicalmente su estilo de vida. Por suerte, ese es mi caso. Doy gracias

a Dios porque jamás he padecido ninguna molestia.

Los problemas del corazón físico ponen en peligro nuestra vida en la

tierra, pero las enfermedades de la vida interior pueden significar la

pérdida de la salva­ción eterna. ¿Cuál es la solución? Dios y su

Palabra hacen en nuestro corazón espiritual lo mismo que hace una

ecocardografía en nuestro corazón físico. Vea qué dice este texto:

La palabra de Dios es viva, eficaz […] y discierne los pensamientos y

las intenciones del corazón” (Heb. 4:12). ¿Cómo es eso? La Biblia

diagnostica nuestro problema y nos muestra la manera en que Dios quiere

sanarnos.

Una fábula cuenta que, cierto día, un escorpión quería cruzar un

río. Entonces una tortuga se acercó a la orilla, arrastrándose lenta

y cansinamente. El escorpión dijo:

-Oye, ¿Te importaría llevarme a la otra orilla del río?

-¡Ni lo sueñes! -respondió la tortuga- Cuando lleguemos a la mitad

del río me clavarás tu aguijón y moriré.

-¿Por qué tendría que hacerlo? -dijo el escorpión- Si te clavo el

aguijón y mueres, yo moriré ahogado.

-Está bien -dijo la tortuga-, te llevaré.

Cuando ya habían recorrido la mitad de camino, el escorpión clavó su

aguijón en el cuello de la desventurada tortuga, quien, con su último

aliento, preguntó:

-¿Por qué lo hiciste?

La respuesta no se hizo esperar:

-No lo sé. Soy así…

Algunos tratan de curar su corazón espiritual con sus propios recursos,

pero es imposible, porque el pecado impregna nuestra forma de ser. La

buena no­ticia es que Dios ha prometido darnos un corazón nuevo. “Os

daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros.

Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de

carne” (Eze. 36:26). Tenemos una esperanza: Jesús. Quizá la válvula

mitral de nuestro corazón tenga un prolapso, pero nuestro corazón

espiritual puede ser completamente nuevo y sano.

 

Dios te bendiga,

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