NUESTRO CONSOLADOR
No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención.
El amor del Espíritu…
Pero el Consolador, el Espíritu Santo…
De todas sus angustias Él mismo los salvó; no envió un emisario ni un ángel. En su amor y misericordia los rescató; los levantó y los llevó en sus brazos como en los tiempos de antaño.
Pero ellos se rebelaron y afligieron a su santo Espíritu. Por eso se convirtió en su enemigo, y luchó él mismo contra ellos.
¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu.
En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.
Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren.
Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos.
Ef. 4:30 Ro.15:30 Jn.14:26 Is.63:9,10 I Jn.4:13 Ef.1:13,14 Gal.5:16,17 Ro.8:26