VIVIFICADOS POR EL ESPIRITU
Tu Palabra me ha vivificado.
El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente. El último Adán, espíritu que da vida.
Así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo;
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?
En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
A todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.
Sal. 119:50 I Co. 15:45 Jn. 5:26; 11:25,26; 1:4,12,13¸ 6:63 Heb. 4:13