Una triste separación

Lectura: Malaquías 2:10-16

El drama se desarrolló en un nido de águilas calvas monitoreado por una cámara web. Una amada familia de águilas, a la cual muchos veían por Internet, estaba separándose. Después de criar a varios polluelos en estaciones pasadas, los padres volvieron a poner nuevos huevos en la primavera. Pero luego, una hembra joven invadió su feliz hogar. Cuando papá comenzó a tontear con ella, mamá desapareció y la vida dentro de los huevos abandonados se apagó.

En la sala de chateo por Internet las preguntas y las acusaciones iban y venían con vehemencia. Todos los que amaban a la pareja estaban afligidos. Los biólogos advirtieron a los aficionados entusiastas de las águilas que no les atribuyeran valores humanos a las aves. Pero todos lo hicieron. Todos queríamos que la pareja original volviera a unirse. Todos parecían «saber» que la unidad familiar es sagrada.

Mientras los miembros de la sala de chateo expresaban su tristeza, me pregunté si sabrían que Dios tiene sentimientos muy parecidos cuando se trata de separaciones familiares humanas. También me hice esta pregunta en cuanto a mí misma: ¿Por qué sentí mayor tristeza por las águilas que por las familias humanas rotas en mi comunidad? Está claro que necesito revisar mis prioridades.

En Malaquías 2, vemos la opinión que Dios tiene del matrimonio. Éste simboliza Su pacto con Su pueblo (v. 11). Lo toma muy en serio —y nosotros también debemos hacerlo. —

Pon a Cristo primero si quieres que tu matrimonio llegue hasta el final.

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