EL NOMBRE Y EL CARACTER

El nombre y el carácter

Por eso, adviértele al pueblo de Israel que así dice el Señor omnipotente: «Voy a actuar, pero no por ustedes sino por causa de mi santo nombre, que ustedes han profanado entre las naciones por donde han ido» (Ezequiel 36: 22).

OTRA FORMA DE TOMAR EL NOMBRE de Dios en vano se da cuando representamos mal su carácter. Cuando hacemos profesión de su nombre, pero no vivimos a la altura de lo que requiere. El sabio era sensible a esto cuando escribió: «Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: “¿Y quién es el Señor?” Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios» (Prov. 30: 9). En tiempos de Israel, algunos profesos adoradores de Jehová cumplían con prácticas paganas que eran una deshonra para su pretensión de ser seguidores del Dios de Israel: «No profanarás el nombre de tu Dios, entregando a tus hijos para que sean quemados como sacrificio a Moloc. Yo soy el Señor» (Lev. 18: 21). La mala representación del carácter de Dios era un tipo de blasfemia. El apóstol Pablo era consciente de que tal cosa había sucedido al pueblo de Israel: «Así está escrito: “Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los gentiles”» (Rom. 2:24). Por eso el apóstol recomendaba a Timoteo: «Que se aparte de la maldad todo el que invoca el nombre del Señor» (2 Tim. 2: 19).
Esta mala representación del carácter de Dios puede llevar, incluso, a que se cometa el pecado imperdonable, que es la blasfemia contra el Espíritu Santo. Nuestro Señor afirmó que los judíos blasfemaron contra el Espíritu cuando dijeron que sus milagros eran la obra de Satanás: «Por eso les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie. A cualquiera que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero el que hable contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en este mundo ni en el venidero» (Mat. 12: 31, 32).

El nombre y la honradez

Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple tus votos (Eclesiastés 5: 4).

OTRA FORMA DE TRANSGREDIR ESTE MANDAMIENTO es hacer una promesa a Dios y no cumplirla. Cuando no se cumplían los votos, se ofendía a Dios en el antiguo Israel: «Cuando un hombre haga un voto al Señor, o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que cumplirá con todo lo prometido» (Núm. 30: 2).
También quebrantamos este mandamiento cuando hacemos chistes de mal gusto que involucran a Dios, su Palabra o sus instituciones. El nombre de Dios y de Cristo no es mantenido en alto cuando se hacen tales cosas: «El tenor de la conversación sostenida en muchas reuniones sociales revela qué es lo que interesa al corazón. La conversación trivial, los chistes tontos, que solo tienen por objeto provocar risa, no representan debidamente a Cristo. Aquellos que los han expresado no estarían dispuestos a verse frente a frente con una crónica de sus palabras. Los que escuchan reciben una mala impresión, y se arroja una ofensa sobre Cristo» (Mensajes para los jóvenes, p. 386).
Lo transgredimos cuando adoramos a Dios con formalismo sin experi­mentar el verdadero amor por él: «El profesar pertenecer a Cristo sin sentir amor profundo, es mera charla, árido formalismo, gravosa y vil tarea» (El ca­mino a Cristo, p. 44). El apóstol Pablo anticipaba que vendrían personas que aparentarían tener una gran piedad, pero la negarían con su actitud: «Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad» (2 Tim. 3: 5).
Los judíos de la antigüedad eran fieles a la letra de la ley, tanto que no querían ni siquiera pronunciar el nombre de Dios, pero persiguieron y mataron en nombre de su religión a los profetas que Dios les enviaba. Lo mismo hicieron muchos así llamados cristianos, que masacraron a tantos en el nombre de la religión de Cristo. Como Jesús lo dijo: «Los expulsarán de las sinagogas; y hasta viene el día en que cualquiera que los mate pensará que le está prestando un servicio a Dios» (Juan 16: 2).

Que Dios te bendiga,

Junio, 10 2010

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