Una sorprendente mascota consentida

(Aniversario de la Fundación de Arequipa, Perú)

Según la leyenda que los chacareros de Arequipa le contaron a su coterráneo Manuel Rodríguez Velásquez cuando era redactor del diario El Pueblo, «las arequipeñísimas peleas de toros nacieron por casualidad…. Antes de la aparición de las máquinas agrícolas, los chacareros utilizaban yuntas de bueyes para arar sus campos. [Las] conducían… a través de sus [sembrados] y no [era] raro que, en disputa por una vaca, los toros comenzaran a pelear, algo que se convirtió primero en un entretenimiento… [y] luego… en afición que atrajo a… cientos de campesinos…. [Así que] comenzaron a hacer apuestas y a criar sus toros especialmente para las competencias públicas», explica el veterano especialista en peleas de toros, autor de varios libros y artículos sobre el tema, reconocido por su seudónimo MAROVE.

Alrededor de la década de 1950, MAROVE conoció y vio pelear al famoso toro Menelik, que «peleó doce veces y salió invicto». Después que los dueños de Menelik embalsamaron su cabeza, fue «paseada como una curiosidad durante las procesiones de antorchas que los alumnos del Colegio Nacional de la Independencia Americana programaban por el aniversario del plantel.»1

Para el autor del libro titulado Arequipa y sus peleas de toros, el profesor y sociólogo arequipeño Juan Guillermo Carpio Muñoz, las corridas de toros y las peleas de toros son dos espectáculos muy diferentes: «En una se da la lucha entre el animal y el hombre; en la otra, entre dos animales. También los toros que participan son muy distintos, dos razas [… y son criados de dos formas diferentes]. El toro de pelea arequipeño es… una especie de mascota del chacarero. Es su [consentido], uno más de la familia. Lo cría desde… ternerito, [y] luego lo saca a defender el honor del chacarero, el honor de la familia, el honor [de la hacienda] de donde procede».2

Además, «a diferencia de las corridas de toros traídas de España, las peleas de toros de la campiña de Arequipa muy rara vez terminan en la muerte de uno de los contrincantes —aclara el escritor arequipeño Luis Eduardo Podestá, expresidente de la Federación de Periodistas del Perú—. La verdad es que, por lo general, el toro que se siente vencido [retrocede] y sale [corriendo] de la arena.3

Por otra parte, según la abogada peruana Pamela Torres, ahora estas peleas de toros «cuentan con un “Reglamento de peleas de toros, cuidado y protección del animal, aprobado [en] 2015”…. Al respecto el TC (Tribunal Constitucional) indicó que “no se trata de injusticia o crueldad, sino [que] representa ideales de la cultura hispánica combinados con elementos de origen peruano.”»4

De modo que el pueblo peruano que participa hoy en esas peleas no es desobediente a su gobierno. En cambio, el pueblo en tiempos del profeta Isaías sí era desobediente al gobierno de su Dios mientras sacrificaba toros, carneros y cabritos para borrar las culpas del pecado. Y como Dios no quería esos sacrificios sino obediencia, les dijo: «Si ustedes me obedecen, yo los perdonaré. Sus pecados los han manchado… pero yo los limpiaré. ¡Los dejaré blancos como la nieve!5

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Luis Eduardo Podestá, «Peleas de toros, una casualidad», Podestá te cuenta, 21 julio 2011 <https://www.podestaprensa.com/2011/07/peleas-de-toros-una-causalidad.html> En línea 3 marzo 2022.
2Ibíd.
3Ibíd.
4Pamela Torres, «Corridas de toros, peleas de toros y peleas de gallos en el Perú: validez y problemas jurídicos», Pólemos (Portal Jurídico Interdisciplinario), 26 enero 2022 <https://polemos.pe/corridas-de-toros-peleas-de-toros-y- peleas-de-gallos-en-el-peru-validez-y-problemas-juridicos> En línea 3 marzo 2022.
5Is 1:2-19 (TLA); 1S 15:22

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