Primeras palabras de América Latina en el DRAE

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Imagen por mypubliclands

(23 de abril: Día del Idioma Español)

Una de las primeras tareas de la Real Academia Española, fundada en Madrid en 1713 con el objetivo de «cultivar y fijar la pureza y elegancia de la lengua Castellana», fue crear un diccionario que se actualizaría periódicamente como guía para el buen uso del idioma. Debido a que estaba dedicada a regularizar lingüísticamente a todo el mundo hispanohablante, decidió que su Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) incluiría voces procedentes de todos los territorios donde se hablaba español. Pero, en aquel entonces, ¿quién hubiera pensado que ese mundo hispanohablante llegaría a abarcar veintiún países con más de 500 millones de personas, y que sería la segunda lengua con más hablantes nativos y la tercera lengua más usada por conducto de Internet?

Algunas de las primeras palabras de América Latina que aparecieron en aquel Diccionario publicado en el siglo dieciocho fueron voces procedentes del taíno de las Antillas, tales como caimán, cacique y patata, y voces provenientes del náhuatl del Imperio Azteca, entre éstas, chocolate y tomate.

Al caimán lo define como «bestia anfibia, muy semejante al cocodrilo, de gran cuerpo y longitud…. Es a modo de lagarto, con unas conchas tan fuertes y sólidas que no las puede [traspasar] una bala de arcabuz. Tiene dos carreras de dientes…. Pone los huevos en la arena… tan duros que no se pueden quebrar; pero [que] se empollan con el calor del sol.»

El cacique es «señor de vasallos, o el superior en la provincia o pueblo de los indios».

De la patata —un cruce entre batata, del taíno, y papa, del quechua— dice que «se hacen diversos dulces y almíbares muy delicados» por ser «muy sabrosa y dulce», pero que «es más grata al paladar asada, y rociada después con vino y azúcar».

El chocolate, por su parte, es una «bebida que se hace de la pasta llamada también chocolate, que se compone de cacao, azúcar y canela… deshaciéndola con el molinillo en el agua correspondiente, dentro de la chocolatera, y [que] luego se sorbe caliente o helado».

Y el tomate se define como una «mata pequeña» cuyo «fruto es redondo, chato y desigual, liso y lustroso, de color verde, que con el sol se vuelve encarnado, dividido por dentro en casquillos con sus fibras, donde tiene la simiente», y cuyo «uso es muy frecuente para salsa de la comida».1

Es interesante notar que la Biblia, la cual conocían los primeros académicos de la lengua española, enseña que Dios creó primero la tierra y los cielos, pero no creó las plantas sino hasta después de crear a Adán, el primer «cacique», para que hubiera quien las cultivara. Y luego, aun antes de crear a Eva, la primera mujer, Dios creó el reino animal y le encargó a Adán que le pusiera nombre a cada uno.2 Pero la Biblia no dice quién les puso nombre a las plantas, a pesar de que menciona a decenas de ellas. Gracias a Dios, la Biblia sí enseña que «todo lo que Dios ha creado es bueno, y podemos comer de todo sin rechazar nada, si le damos las gracias», ¡incluso la carne del caimán!3

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Javier Sanz, «Palabras de ayer y hoy, palabras de aquí y de allá», Historias de la historia, 23 abril 2022 <https://historiasdelahistoria.com/2022/04/23/palabras-de-ayer-y-hoy-palabras-de-aqui-y-de-alla> En línea 24 octubre 2022.
2Gn 2:4-23
31Ti 4:4 (TLA)

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