Comida Chatarra

“Jesús les respondió: ‘Yo soy el pan de vida. El que a mí viene
nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás'” (Juan
6:35).

La Biblia recoge la historia de un profeta infiel. Es la del asno que
habló. Bueno, en realidad, quien habló no fue el asno, sino un ángel,
que habló por medio del animal. Además de ser un falso profeta, Balaam
era corrupto. El rey de Moab vio que los israelitas tenían previsto
invadir su reino y le pidió a Ba­laam que los maldijera para
asegurarse de que eso no sucediera. A cambio le ofreció dinero. A
Balaam le encantaba el dinero. Puede leer el relato completo en los
capítulos 22 al 24 de Números. Verá que el Señor impidió que
maldijera al pueblo; de hecho, Balaam acabó bendiciéndolo.
En cierto momento, Balaam dijo que quería morir como los justos y
tener su misma recompensa (Núm. 23:10). Pero, aunque quería morir como
los jus­tos, no quería vivir como ellos. A diferencia de Balaam, quien
tiene hambre y sed de justicia se abstiene de todo lo que se opone a
ella. Quien de verdad quiere la recompensa de los justos, además de las
cosas que sabe que son malas y perjudiciales, evitará todo aquello que
debilite o reduzca su apeten­cia espiritual.
Cuando estoy de viaje, veo que en los restaurantes y las cafeterías de
los aeropuertos la gente suele comer “comida chatarra”; sobre todo los
niños. El término “comida chatarra” se refiere a esas comidas rápidas
que son muy sa­brosas pero nada saludables. Esa clase de comida es
sabrosa porque contiene gran cantidad de grasas, azúcares y sal. Como
resultado, la comida chatarra es la causa principal de muchas
enfermedades del corazón. Los efectos ge­nerales de la comida chatarra
son: falta de energía, pérdida de capacidad de concentración,
enfermedades del corazón y una elevada tasa de colesterol! en sangre.
Mi madre solía decirme: “Dickey, acábate lo que tienes en el plato”.
Re­cuerdo que muchas veces le respondía: “Es que no tengo hambre…”.
Solía responder eso porque había comido algo entre horas. Suele pasar
que a un niño (o, para el caso, cualquier persona) que ha comido
caramelos o pasteles antes de la cena no le apetezcan los alimentos
sanos y nutritivos. ¿Es posible que alguna “comida chatarra” de la vida
le esté quitando el hambre espiritual?

Dios te bendiga,

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