Síntomas Físicos

“El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de
impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los
quebrantado; y romper todo yugo?” (Isaías 58:6).

Tenga en cuenta que el llamamiento de Dios no es para que el pueblo
dejara de comer, sino para que no pecara más. El ayuno, el llanto y la
lamentación no son más que signos externos de lo que sucede en el
corazón.
Si decide participar en un ayuno espiritual, es preciso que tenga en
cuenta algunos aspectos físicos de suma importancia:

1.Si el ayuno se prolonga por más de una o dos comidas y toma algún
medicamento con regularidad o está bajo control facultativo, será
con­veniente que lo comente con su médico.

2.Al inicio del ayuno es probable que experimente síntomas
desagrada­bles como mareos, dolor de cabeza o náuseas. Si su estado
general de salud es bueno, no permita que el malestar físico haga mella
en su propósito. Esos síntomas suelen desaparecer.

3.Recuerde que, en parte, el hambre es una cuestión de hábito. En las
primeras etapas del ayuno es posible que sienta hambre a las horas en
que suele comer. Si no cede al impulso, la sensación acabará por
desaparecer. A veces es posible “engañar” al estómago bebiendo solo un
vaso de agua.

4.Durante un ayuno algunas personas solo beben agua. Otros toman
va­rios tipos de líquidos, como por ejemplo jugo de frutas. Deberá
encon­trar la solución que mejor se adapte a sus necesidades.

5.Antes y después del ayuno es importante escoger alimentos que eviten
el estreñimiento.

6.Abandone gradualmente el ayuno. Empiece con una dieta blanda, con
comidas ligeras y fáciles de digerir. Cuanto más se prolongue el
ayuno, tanto más cuidado deberá poner en este aspecto. Comer demasiado
des­pués de un ayuno puede ser causa de molestias físicas graves y la
pérdida de sus beneficios.

El ayuno puede repercutir positivamente en nuestra vida de oración, ya
que mientras nos abstenemos de ingerir alimentos podemos centrarnos en
los aspectos espirituales de nuestra vida. En su sentido más amplio, el
ayuno pone a un lado todos los obstáculos a la oración. “Señor, tú
eres mi pan y mi agua, eres mi vida entera”.

Dios te bendiga,

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