DONDE VIVE DIOS?

¿Dónde vive Dios?

El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué casa me pueden construir? ¿Qué morada me pueden ofrecer? (Isaías 66: 1).

EL SER HUMANO FUE CREADO con una dimensión espiritual semejante a su Creador, razón por la cual podemos adorarlo con las más altas facultades del espíritu. Pero debemos desarrollar toda facultad dada por Dios; de otra manera, se va deteriorando y eventualmente se pierde. Por eso, nuestro Señor, hablando de los talentos, dijo: «A todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene» (Mat. 25: 29; Luc. 19: 26). En Egipto, los israelitas fueron perdiendo su facultad espiritual de entender a Dios por medio de las facultades del espíritu. Se incapacitaron tanto, que Dios condescendió con ellos y les dio el santuario, como una demostración objetiva de su presencia. Por eso, el santuario se llama “tabernáculo”, es decir, morada de Dios.

Desde el punto de vista puramente humano, el santuario era la casa de Dios. Aun hoy, los templos actuales reciben ese nombre. El tabernáculo era una especie de casa. Tenía dos recintos. El primero, era lo que llamaríamos la estancia, donde estaba la iluminación (el candelero), un lugar para perfumar el ambiente (el altar de incienso) y el comedor (la mesa de los panes). Después estaba la alcoba (lugar santísimo), donde estaba la morada real de Dios en la shekina. Al ver el tabernáculo, el israelita común podía decir: «Dios está con nosotros».

Todo esto era la condescendencia de Dios ante una mentalidad que no había crecido espiritualmente. Algunas personas reflexivas y más espirituales, deben haberse dado cuenta de que esto era el esfuerzo divino para comunicar seguridad y confianza a su pueblo. Salomón lo expresó así cuando dedicó el templo, años después: «Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!» (1 Reyes 8: 27).

Sacrificio vivo

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Romanos 12: 1).

DIOS QUIERE HABITAR EN NUESTRA MENTE, o como lo decimos comúnmente, en nuestro corazón. El ideal de Dios para la familia humana es que desarrollemos nuestra vida espiritual de tal manera, que sintamos su presencia entre nosotros. Debemos habituarnos a pensar que Dios está dondequiera que vayamos, y en ese lugar podemos elevar nuestra mente para adorarlo. Esto, de ninguna manera elimina las reuniones de la iglesia. Pero es inmadurez espiritual pensar que un templo es el único lugar donde Dios puede ser adorado.

En conversación con la mujer samaritana, el Señor reveló qué clase de adoración espera de sus hijos en este mundo. Surgió el tema de la adoración, que era tema sensible y controvertido entre samaritanos y judíos. Estos pensaban, en armonía con la ley de Moisés, que el lugar de adoración era el templo de Jerusalén; mientras que los samaritanos creían que el lugar indicado era el monte Gerizim, donde habían adorado sus padres antiguamente. De hecho, edificaron allí un templo rival en algún momento de su historia. Al respecto, la samaritana dijo: «Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén ». Jesús contestó algo muy importante: «Se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad» (Juan 4: 20, 23, 24).

Que Dios te bendiga,

Pedidos de oración cielo77014@hotmail.com

Agosto, 22 2010

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