El sello del «Fin del Mundo»

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Imagen por Lise1011

(Día de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur)

Para mí, el 13 de noviembre de 2019 fue un día inolvidable. El día anterior yo había dado conferencias en la provincia del Chubut en la Patagonia argentina, y la mañana siguiente iba a dictar conferencias en Buenos Aires. Inicialmente había planeado volar directo ese día desde el aeropuerto de Trelew hasta el Aeroparque Internacional de la capital argentina. Pero al darme cuenta de que era posible hacer escala en Ushuaia, Tierra del Fuego, a un costo adicional relativamente bajo, reflexioné que esa pudiera ser mi única oportunidad de viajar hasta aquel llamado «Fin del Mundo», acompañado del director de nuestro programa Un Mensaje a la Conciencia. Así que cambié el itinerario de modo que pudiéramos pasar la tarde en Tierra del Fuego hasta el anochecer, y llegar a Buenos Aires antes de la medianoche.

Gracias a Dios, logramos aprovechar al máximo cada minuto de esa tarde, sin percance alguno y con la fabulosa oportunidad de contemplar y grabar en video algunos de los paisajes más hermosos que hemos visto en nuestros viajes a lo largo y ancho de Iberoamérica. Una de las gratas experiencias que tuvimos fue la de tomarnos una foto frente al aviso en el Parque Nacional Tierra del Fuego que indica la distancia desde ahí, donde finaliza la Ruta Nacional No. 3 en el extremo sur, hasta Alaska, en el extremo norte: ¡casi 18 mil kilómetros! Y uno de los recuerdos que nos llevamos fue el atractivo sello, que cubre toda una página, que un cartero estampó en nuestro pasaporte constatando que el portador ha visitado su «Correo del Fin del Mundo» en la bahía Ensenada.

Es interesante notar que, de paso por este mundo, Jesucristo, el Hijo de Dios, se refirió al «fin del mundo» en los dos sentidos que tiene la expresión. En el sentido geográfico, Cristo nos prometió a los que somos sus seguidores que el Espíritu Santo nos dará poder para dar testimonio de Él en todas partes, desde el sitio en que vivamos hasta «los lugares más lejanos del mundo».1 Y en el sentido temporal, nos prometió que, si lo hacemos, estará con nosotros «hasta el fin del mundo».2 Pero ¿qué dijo que sucedería después?

Cristo enseñó que Él vino al mundo para llevar el castigo de nuestro pecado, morir en nuestro lugar y así salvarnos de la condenación que merecemos. Pero también dio a entender que, si queremos pasar la eternidad con Él en el cielo, Él es el camino por el que tenemos que transitar para poder entrar.3 No todos podemos darnos el gusto de ir y conocer el «Fin del Mundo» aquí en la tierra, pero todos sí podemos asegurarnos de que el día de nuestra muerte no sea sólo el «fin del mundo» para nosotros sino también el «principio del cielo» como nuestra nueva residencia. Es que, si hemos sido fieles a Cristo hasta la muerte, ese día lo conoceremos a Él como el Principio y el Fin, y el autor y consumador de nuestra salvación y de nuestra fe.4 Sentado a la derecha del Padre celestial, nos dará la bienvenida con las palabras: «¡Bien hecho! ¡Me serviste fielmente! ¡Ven a celebrar conmigo!»5 ¡Y bien pudiera estampar en nuestro pasaporte un sello que diga: «Correo de la Nueva Jerusalén»!

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Hch 1:8
2Mt 28:19
3Jn 3:16; 10:9; 14:6
4Ap 2:10; 21:6; 22:13; Jn 19:30; Heb 2:10; 12:2
5Mt 25:21

Un Mensaje a la Conciencia

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