EL SEÑOR ME FORTALECE

 

 

   Oh Señor, estoy oprimido, sé tú mi ayudador.

 

 A ti alcé mis ojos, a ti que habitas en los cielos. Como los ojos de los siervos miran la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva la mano de su señora, así nuestros ojos miran a Jehová, nuestro Dios.

 Oye, Dios, mi clamor; atiende a mi oración. Desde el extremo de la tierra clamaré a ti cuando mi corazón desmaye.   Llévame a la roca que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio y torre fuerte delante del enemigo. Yo habitaré en tu Tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas.

Fuiste fortaleza para el pobre, fortaleza para el necesitado en su aflicción, refugio contra la tormenta.

Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas. Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca. Cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente.

Is. 38:14   Sal.123:1,2;  61:1-4   Is.25:4   1 P 2:21-23

 

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