MIS AMIGOS ME CONOCEN

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Mis ovejas oyen mi voz.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.

Yo dormía, pero mi corazón velaba,  ¡Una voz! ¡Mi amado toca a la puerta  “Abreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía, pues mi cabeza está empapada de rocío,   mis cabellos empapados de la humedad de la noche.” Abrí yo a mi amado,  pero mi amado se había retirado, se había ido. Tras su hablar salió mi alma.  Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió.

Habla, que tu siervo escucha.

Cuando Jesús llegó al lugar, miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en tu casa. Entonces él se apresuró a descender y le recibió con gozo.

Escucharé lo que dirá Dios el Señor, porque hablará paz a su pueblo, a sus santos; pero que no vuelvan ellos a la insensatez.

Jn. 10:27   Ap. 3:20   Cant. 5:2,6   I S. 3:10   Lc. 19:5,6   Sal.85:8

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