Alabar

Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
Salmo 92:1.

Vivió cantando. Desde pequeño. La música corría por sus venas. ¡Había nacido para cantar! Al principio de su carrera, exaltó el nombre de Jesús. Reconocía a Dios como el Dador de todo lo bueno que poseía. Después, vinieron la fama, los aplausos y el dinero. Y se olvidó de que su voz era un talento que Dios le había confiado. Se perdió en la selva del reconocimiento humano, las luces y la gloria terrena. Dejó de glorificar el nombre del Creador, y aceptó la gloria para sí.


Tuvo un final triste. La trágica mañana del lunes 17 de agosto de 1977, hallaron su cadáver en el piso del baño del hotel donde estaba hospedado. Había muerto por una dosis exagerada de barbitúricos; algunos creyeron que cometió suicidio.
El versículo de hoy dice que es bueno cantar. Pero, antes del verbo cantar, viene el verbo alabar, que literalmente quiere decir “rendir gracias”.


Cuando el cántico es la expresión de un corazón agradecido, hace un bien tremendo al espíritu. El corazón tiene ganas de seguir viviendo, y las dificultades se vuelven pequeñas.


Al reconocer que existe un Dios Todopoderoso, tú sabes que no estás solo, y que nada ni nadie será capaz de destruirte.


Las tormentas pueden llegar; en este mundo, los hijos de Dios no están libres de tempestades. Pero, serás capaz de andar, como Pedro, victorioso y sin temor, en medio de los vientos contrarios.


Por eso, el Salmista menciona que es “bueno” alabar a Dios. Alabar es reconocer que tú eres criatura, y que Dios es Dios. Mientras no te olvides de este principio básico, estás sobre seguro. Pero, cuando intentes invertir los papeles y hacerte el dios de tu propia existencia, te metes en dificultades, y lo percibes recién cuando tu embarcación se está hundiendo.


Además, puedes clamar a Dios, que él está dispuesto a acudir en tu auxi­lio y hacer, por ti, lo que tú no puedes hacer por tus propias fuerzas.
Hoy es un nuevo día. Día de agradecer, alabar y bendecir el nombre de Dios. Alabar es un seguro en contra del pesimismo. El desánimo jamás se apoderará de un corazón agradecido.


Repite, junto con el salmista: “Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar sal­mos a tu nombre, oh Altísimo”.

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