Me hallaréis

Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Jeremías 29:13.

Silvio no se siente feliz. Se pregunta, muchas veces: ¿Qué sucede conmigo?
No encuentra respuestas. Tiene valores cristianos; los aprendió cuando era niño. Hoy, esos valores están presentes en su vida cotidiana. Es un buen ciudadano, y paga honestamente sus impuestos. No roba, no mata. Pero, tampoco ora ni estudia la Palabra de Dios.

Las pocas veces que Silvio quiso hablar con Dios, lo sintió muy distante. Últimamente, cree que Dios no es más que una “motivación necesaria” para ser bueno.

El versículo de hoy responde la pregunta de Silvio. Para tener un Dios real, no basta con buscarlo; hay que hacerlo de “todo corazón”. Todo significa la concentración de las facultades completas del ser en la búsqueda. No puede existir término medio: o eres o no eres. Ser en parte te hace sentir vacío, ausente, lejano.

El problema de una búsqueda parcializada no está con Dios. Es el ser humano el que corre una carrera sin fin. No encontrar lo frustra, lo hiere; le hace perder la fe. Pasa a dudar. Y, cuando la duda se apodera del corazón, eres una nube que vuela sin rumbo y sin dirección.

A lo largo de mi vida, he encontrado muchos Silvios. Personas maravillosas que no entienden el vacío del corazón. Luchan por encontrar, pero tienen la impresión de que Dios se esconde de ellos.

No es verdad. El Señor Jesús es quien lo dejó todo, un día, para venir a buscarte: “He venido a buscar y salvar lo que se había perdido”, manifestó un día.

Te busca de día y de noche. En la primavera y en el otoño te llama su voz. Cuando eres joven o cuando el invierno de la vida va emblanqueciendo tus cabellos, sigue insistiendo. Jamás se cansa de llamarte.

Pero, el profeta Jeremías parece decir lo contrario: coloca la responsabilidad en ti. ¿Sabes por qué? Él se estaba dirigiendo a una nación que luchaba por agradar a Dios; se esforzaba por cumplir lo que consideraba “requerimientos divinos”; trabajaba con todas sus fuerzas. Pero, no entregaba el corazón. Era un pueblo dividido entre la apariencia y la sinceridad.

Tu corazón. Es todo lo que el Señor busca. Abrir el corazón es una figura que los escritores bíblicos utilizan para referirse a la entrega del ser.

¿Quién es Dios, para ti? ¿Dónde está Dios, para ti? No salgas hoy de tu casa sin la seguridad de que él va contigo. “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”.

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