¿Con qué mujeres se casan los hombres?

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Imagen por barnyz

«La muchacha parece estar en trance, el ademán soñador, la mirada perdida, en los labios la sonrisa de la felicidad.

»—Es muy bueno, mamá, muy bueno, muy bueno. Me [tomó] una mano, me miró fijo a los ojos…

»—¿Nada más?

»—Sí. Se me acercó mucho y dijo: “Julita, mi corazón arde de pasión. Yo ya no puedo vivir sin ti. Si me desprecias, mi vida ya no tendrá objeto. Será como un cuerpo que flota, sin rumbo a merced del destino.”

»Doña Visi sonríe emocionada.

»—Igual que tu padre, hija mía, igual que tu padre.

»Doña Visi entorna la mirada y se queda beatíficamente pensativa, dulce y quizás algo tristemente descansada.

»—Claro… El tiempo pasa… ¡Me estás haciendo vieja, Julita!

»Doña Visi está unos segundos en silencio. Después se lleva el pañuelo a los ojos y se seca dos lágrimas que asomaban tímidas.

»—¡Pero, mamá!

»—No es nada, hijita; la emoción. ¡Pensar que algún día llegarás a ser de algún hombre! Pidamos a Dios, hijita mía, para que te depare un buen marido, para que haga que llegues a ser la esposa del hombre que te mereces.

»—Sí, mamá.

»—Y cuídate mucho, Julita, ¡por el amor de Dios! No le des confianza ninguna, te lo suplico. Los hombres son taimados y van a lo suyo. No te fíes jamás de buenas palabras. No olvides que los hombres se divierten con las frescas, pero al final se casan con las decentes.

»—Sí, mamá.

»—Claro que sí, hijita. Y conserva lo que conservé yo durante veintitrés años para que se lo llevase tu padre. ¡Es lo único que las mujeres honestas y sin fortuna podemos ofrecerles a nuestros maridos!»1

En este pasaje de la novela titulada La colmena, considerada por muchos como la obra cumbre del Premio Nobel español Camilo José Cela, no hay duda de que tiene razón Doña Visi al advertirle a Julita que se cuide, no sea que se aproveche de ella algún hombre con malas intenciones. Ese consejo le sirve de mucho a cualquier joven de la edad de aquella hija. Y hay que reconocer que hasta suena a refrán eso de que «los hombres se divierten con las mujeres frescas, pero al final se casan con las decentes». Pero ¿tiene razón Doña Visi al afirmar que la virginidad es lo único que las mujeres honestas y pobres pueden ofrecerle a su futuro esposo?

Lo cierto es que el plan perfecto de Dios, nuestro Creador y Padre celestial, es que nos mantengamos vírgenes hasta el día de nuestra boda debido a que Él quiere lo mejor para nosotros y sabe que eso es lo que más nos conviene. Sin embargo, hay otras cualidades que Dios considera muy importantes también, tales como ser diligente y digno de respeto y confianza; honrar a los padres; mostrar amor, bondad, amabilidad y paciencia; no enojarse fácilmente ni guardar rencor, ni ser envidioso ni egoísta ni orgulloso; y tolerar y perdonar a los demás.2 Pero conste que, aunque la Biblia se refiere a algunas de esas cualidades con relación a la mujer, todas son tan importantes para el novio como para su novia, ya sea que hayan logrado mantener su virginidad o que la hayan perdido por alguna circunstancia, incluso por violación. Esforcémonos entonces por ser así, como queremos que sea la persona con quien nos casemos.

Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net


1Camilo José Cela, La colmena (Buenos Aires: Editorial Sol 90, Colección Premios Nobel, 2003), pp. 172-73.
2Pr 11:16; 31:13-27; Ef 6:1-3; 1Co 13:4-7; Col 3:12-15

Un Mensaje a la Conciencia

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